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- ¿Dónde está? – es lo primero que Sebastian pregunta al irrumpir la habitación sin previo aviso, significado de que está algo cabreado.

Bien.

- ¿De qué hablas? – respondo en un tono de "molestia" frunciendo el ceño con Brisell en brazos sentado en el suelo sobre cobertores con la ropa de dormir puesta frente a la chimenea.

- Sabe bien a que me refiero. No es la primera vez que hago esta referencia.

- ¿Puedes ser más claro? Hasta donde sé no he hecho nada. He estado con Brisell aquí – le muestro la "imposibilidad" de haber cometido algo y menos con la bebé y su peluche que ella se encarga de sostener.

Con ese argumento veo que sus ojos nos analizan a la par que inspecciona toda la habitación como en la búsqueda de algo para inculpar.

- ¿Y bien? – insisto - ¿Otra vez con tus problemas humanos? – le digo en un tono neutro para rematar: - creo que la edad ya te está afectando, ¿no lo crees, Brisell? – para apoyarme, muestra su aprobación al emitir un sonido alegre acompañado de movimientos en los pies y manos - ¿ves? Hasta ella lo piensa.

Los ojos de Sebastian nos escudriñaron, sobre todo a quien es mi cómplice por la traición.

- Pero descuida, ven aquí – palmeo sobre la sábana para indicarle su lugar – si para que regreses a ser eficiente necesitas que hablemos, nosotros te vamos a escuchar. Escucharemos tus problemas, tu estrés, tus... achaques.

Definitivamente tendría la expresión de Sebastian en un cuadro; es algo digno de rememorar: los sentimientos de un asesino frustrado.

- Si el trabajo es el factor principal, podemos llegar a un acuerdo. No queremos que nuestro ya NO perfecto mayordomo colapse. Brisell se pondría triste, a pesar de que es pequeña, ella se preocupa – y como la buena actriz que va demostrando ser, coloca en su bello rostro un gesto de tristeza que conmueve hasta el ser más duro.

Fui capaz de oír con claridad como sus dientes rechinaron, y eso para mí ha sido muy satisfactorio: todo salió como lo planeado. Una pequeña probada de mi venganza, y lo mejor de todo es mi aliada.

- Iré a terminar mi trabajo. Regreso en un rato – anuncia con una voz que indica que trata de sonar sereno.

- No te sobre esfuerces – y él sabe bien que esta "preocupación" es totalmente sarcástica.

Sin decir más, sale la de la habitación no sin antes darnos una última mirada de desconfianza.

Al ver la puerta cerrada completamente y luego el dejar de escuchar sus pasos, por fin suelto la risa que estuve conteniendo todo este tiempo.

- Brisell – la acomodo en mis brazos de una forma para que quedemos uno frente al otro – eres increíble – la sonrisa que le ofrecía se me fue devuelta con la misma energía – no puedo creer que pudieras engañarlo también estando aquí y que me ayudaras en todo lo que te pedí. Como no tienes la edad para comer dulces, te prometo que mañana te llevaré a dar un paseo por el jardín para que veas todas las flores que veo que te gustaron, fue difícil convencerte para que dejaras la que Finny te dio para dejarla en el jarrón, ¿te gusta la idea? – ella se movió con energía como respuesta de su "sí" – así será. Del momento – la dejo con mucho cuidado sobre unas almohadas que apilé y acomodé a forma de un nido para que ella esté – haré desaparecer la evidencia que él estaba buscando – saco lo que había escondido debajo de la cama siendo otra rebanada del postre que él me dio en la tarde – eso le pasa por meterse conmigo y por negarme más porción – doy el primer bocado extasiado - no tiene nada de malo que sea de noche – y otro bocado – ya iremos viendo otras formas de... jugar con él.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora