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- ¿Disculpa..?

- Embarazado – tuve que volver a preguntar para saber si la respuesta que escuché era real...

- ¿Q-qué..? – siento la histeria recorrer en mis venas y tontamente vuelvo a cuestionar...

- Lo que escuchó conde – con su sonrisa que lo caracteriza me rectifica – y no estoy bromeando si es lo que piensa – entrelaza sus manos como si de un doctor se tratase dándole el resultado a su paciente.

- P-pe-pero ¿cómo? – con una mano toco mi cabeza ya que percibo una pulsación provocado por esta sorpresiva noticia.

- Hum, bueno – posa una de sus largas uñas en su barbilla a manera de pensar – creo que eso lo debe de saber a la perfección si está en esas condiciones – no entendiendo lo que dice lo miro con extrañeza – en este caso, la historia es así – carraspea un poco para iniciar su explicación – cuando un joven humano varón – alza su dedo índice enfatizando lo dicho – y un anciano demonio varón – hace la misma acción pero con la otra mano – se aman ardientemente – junta ambos dedos como si fueran los personajes – en una noche desenfrenada de alta pasión y lujuria, ellos...

- ¡¿QUÉ?!, ¡NO! ¡ALTO! – lo interrumpo efusivamente sonrojado ya captando la idea y más por el hecho de que lo insinuó haciendo un círculo con sus dedos derecho, mientras que con uno izquierdo perforaba el otro.

- Pero usted lo preguntó... - dibuja una sonrisa ampliamente burlona en su rostro.

- No me refería a... ¡Espera!, ¿qué?, ¿demonio varón?, ¿Sebastian? – a forma de respuesta, Undertaker asiente con la cabeza - ¿qué tiene que ver él en esto? – todo esto está siendo muy confuso - ¡No! – sacudo la cabeza como tratando de acomodar mis pensamientos – primero que nada ¿cómo demonios acabamos en esta ridícula plática?

- Primero, le sugiero que se calme. Tome este té – me otorga una de sus tazas – es para aminorar los nervios.

Le hago caso bebiendo hasta la última gota al tener la alta necesidad de verdad bajar la adrenalina.

- Listo. Ahora mis respuestas – sentencio con firmeza

- Claro. ¿Le parece que empecemos desde el principio? Desde el cómo es que usted se encuentra en "ese" – señala mi vientre – estado.

- Habla ya – le ordeno con voz más calmada al sentir los efectos del té.

- De acuerdo. Necesito que preste atención ya que debemos regresar desde su última visita, anterior a esta – lo miro un poco con extrañeza tratando de recordar algo anormal en mi estadía – sé que está muy confundido, no sería raro. Aunque de por sí esto ya lo es – no pudiendo aguantar la burla, se le escapa y lo fulmino con la mirada.

- ¿Y, entonces?

- ¿Recuerda que me encontró horneando unas galletas?

- Si... recuerdo...

- Bien, ahí viene todo el desastre – toma una de sus habituales galletas en forma de hueso y se recarga en su silla como contando una historia – si se da cuenta tengo una fascinación con la vida después de la muerte ¿no? – asiento en silencio – entonces pensé ¿por qué no interesarme también en la vida?

- ¿A qué te refieres?

- La especie que se encarga de dar vida a los seres humanos son las mujeres, sin embargo, no todas pueden tener la dicha de concebir por varias razones. Y por más procedimientos científicos o medicinales, no llegan al "milagro". Entonces su servidor – se auto señala - se dio la tarea de investigar mucho, y de experimentar un poco hasta dar con la respuesta. Pero, ¿en qué vía podría transmitir el posible resultado? ¡Galletas! – su cambio me exaltó – cuando usted me atrapa cocinando, las galletas que usted vio en la mesa, fueron la primera tanda. Es decir, no había aplicado aun si realmente eran efectivas. Me atrevo a decir que jugué con la fertilidad femenina – coloca su mano en la barbilla a manera de pensárselo – el punto es que cuando usted llega, le pedí que me diera un momento ya que iba a sacar del horno la segunda ronda, ¿recuerda?

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora