El que Sebastian se quedara en la noche para, así como él lo mencionó, velar mis sueños, se convirtió en una costumbre formando así dos semanas más, donde en cada día él repetía el mismo patrón para poder calmar esos insoportables dolores que parecían querer arrancarme los órganos; la tortura parecía ascender ya que aumentaba de intensidad hasta que él hacía lo suyo.
Su tacto de tanto sentirla dejó de incomodarme, mas eso no fue significado de que dejara la idea de ser independiente; sigo sintiendo ese disgusto de solo pensar que me pueda ver o tocar cuando no tengo ropa. Aprendí de a poco a vestirme al igual que peinarme.
Abro lentamente los ojos hasta adaptarme al nuevo amanecer. Doy un vistazo rápido al lugar notando que Sebastian ya no está, lo cual significa que ya ha ido a ver los preparativos matutinos al igual que el repartir los deberes a los sirvientes.
Tengo hambre... es un estado en el cual ya me he acostumbrado igual a sentir al despertar, pero que me sigue desesperando tener que devolverlo... que desperdicio... este ser que habita en mi interior no sabe de lo que se pierde al devolverlo.
Me levanto de la cama para ir a realizar mis necesidades.
Al regresar con la cara lavada, termino de despejarme y empiezo a desvestirme. Cuando paso por el espejo completo, me detengo al notar algo inusual.
Me observo detenidamente mirando la parte central de mi cuerpo. Mi vientre, de la noche a la mañana hizo más bulto...
Miro con horror mi imagen, sintiendo que me voy deformando y más aún, me veo sumamente ridículo con esta... naciente panza...
Los golpes en la puerta me hacen entrar en pánico al recordar que estoy sin ropa y mucho menos quisiera que me viera con esta nueva característica.
Abro rápidamente la puerta del closet para esconderme. Mientras le digo que pase, me voy acomodando de nuevo mi pijama, fingiendo buscar mi atuendo mientras abrocho los botones.
- Ha despertado más temprano de lo usual – entra con una bandeja.
- Ah, sí – con la prisa pude dejar todo en su lugar, escogiendo un traje al azar y así poder salir de mi escondite.
- ¿Se encuentra bien? – deja la bandeja en la mesita de noche alado de la cama.
- Claro, ¿por qué lo preguntas? – acomodo lo que escogí en la cama para ir por el cepillo a peinarme, dándole la espalda.
- Siento que... está actuando algo raro – lo dice en tono de sospecha.
- Estás imaginando cosas.
- Si dice que está bien, le creo – este demonio es demasiado intuitivo – después de que desayune, estaremos listos para ir al centro.
- ¿Qué tenemos que hacer?
- ¿Acaso no recuerda? Se cumplen las dos semanas que el sepultero mencionó para realizar su chequeo – lo olvide...
- Cierto.
- Si me permite opinar, lo ideal es que lleve ropa ligera por si llega a necesitar que vean su vientre – lo escucho sin moverme.
- De acuerdo. Eso haré – sin escuchar sus pasos aproximarse, ya lo tengo detrás de mío para girarme tomándome de mis hombros y así darle la cara la cual la tiene totalmente seria mientras me inspecciona - ¿q-qué haces? – sus ojos por fin dan con el blanco dejando notar en su rostro la sorpresa provocando que sintiera vergüenza evadiendo la mirada.
- Ha crecido – lo dicho más bien pareció que lo dijo para sí mismo - ¿por qué quería ocultarlo? – me pregunta sin despegar su vista en mi parte media donde el bulto naciente aún se ve con todo y la tela.

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Hermoso accidente
Fiksi PenggemarUn inesperado acontecimiento está por aparecer en las vidas de Ciel y su fiel mayordomo, Sebastian, que por juegos del destino, bajo la firma del curioso shinigami, Undertaker, se convierte en el responsable del cambio que nuestros personajes pasará...