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- ¿Podrías dejar de reírte? No fue gracioso – le reclamo al estúpido ser que sigue burlándose frente a mí con Brisell en brazos mientras me tallo el área que palpitaba.

- N-no, no lo fue... - ante su mentira delatada tanto por su rostro como por su voz, lo miro mal.

- Bastardo... - suelto un suspiro derrotado – tu le darás de comer a la bebé.

- ¿Tiene miedo que le vuelva a hacer lo mismo? – pregunta con una sonrisa burlesca.

- ¿Tú que crees? – digo irónico con una ceja alzada - no tentaré a mi suerte de perder una parte de mi cuerpo...

- Oh, joven amo no exagere. Eso es imposible – se sentó en la cama a escasa distancia de donde estoy para que él pudiera darle con mayor comodidad el biberón a la persona que es culpable de que pasara un lamentable momento.

- ¿No es posible? Mira – desprendo el primer botón del camisón para poder mostrar el área afectada encontrándose perfectamente roja - ¿sigues pensando lo mismo?

Cuando desperté en la mañana, Sebastian ya no se encontraba en la cama, solo Brisell quien estaba más que despierta viéndome con su profunda mirada azulina que la adornan unas largas pestañas oscuras. Muy idénticas a alguien...

Me había sentado en el colchón para poder sostenerla. Justo en el tiempo que ya la tenía, Sebastian ingresaba en la habitación con la comida de ella en la mano.

La causa del que ahora estoy padeciendo un latente dolor, fue que Brisell, desconociendo aun el por qué de su acción, me tomó por sorpresa. Literalmente hablando. Ella al estar a la altura de mi pecho, con su rostro pegada, dio un inesperado apretón con su boca en mi pezón que estuvo a su alcance, succionando algo que jamás iba a salir de ahí.

A pesar del dolor y sorpresa que me causó no la dejé caer, e incluso tampoco me quejé en voz alta pensando inconscientemente en que podría asustarla. A pesar de eso, lo más negativo de esto fue el único testigo de lo sucedido que solo se quedó mirando con una expresión de que no podía creer lo que vio. Para sacarlo de su trance tuve que llamarlo y pedirle que la agarrara.

Cuando tomó ya conciencia al tener a Brisell con él, no pudo ocultar bajo ningún modo su mofa de lo que me había sucedido.

- ¿Crees que estoy exagerando? – volví a insistir notando su perplejidad mirando con serenidad lo que le mostraba.

Y entendí mi propia acción...

- En fin... - carraspeo abotonando con un naciente bochorno – creo que luego hablaré seriamente con ella...

Dicho eso, y sin esperar a que dijera algo, - si es que lo iba a hacer... - me bajo de la cama para ir directo al baño encerrándome en mi propia vergüenza.

. . . . . . . . . . . . . .

- ¿Tiene hambre? – me pregunta al verme salir por fin.

- Si... algo...

- Mientras voy por su desayuno dejaré a Brisell en su cuna.

- Si...

Antes de que desapareciera por la puerta me miró para decir:

- No tema en cargar a la bebé. Ella solo tenía hambre y actuó por instinto.

Sé que su intención fue tranquilizarme para evitar que cada vez que la sostenga tenga el pensar de que pueda repetirse lo mismo.

Y sé que aunque la idea no me agrade para nada, de alguna manera, fui una imagen materna por el – hago énfasis - EXCLUSIVO hecho de haber podido concebirla. Pero simplemente en eso. Es decir, no puedo amamantarla por obvia razón.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora