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- Adelante. – indico a la única persona que podría pedir "acceso" aun siendo el dueño del lugar.

- Con su permiso conde y, vaya – sonríe burlón e irónico mientras ingresa con un pequeño plato hondo que deduzco es para Brisell - el padre mayordomo superó mis expectativas.

- ¿A qué te refieres? – pregunto al saber que el señalado no lo haría y menos si tiene aprisionada a la bebé en sus brazos en son de protección. O celos.

- Pensé que tal vez se iba a demorar más tiempo. Incluso ya había hecho un itinerario para ayudar al conde. – por la forma en que habla, se percibe la mentira con el propósito de fastidiar. – Sentía emoción por pasar a cumplir el rol de mayordomo. - suelta un suspiro fingido - Siendo así – se acerca a mí - le entrego esto para que su hija pueda comer que para conocimiento del padre mayor, ella ya es capaz de hacerlo. Le hubiera gustado presenciar su primera comida, fue un momento bello digno de recordar, ¿no lo cree así, conde?

- Ah... claro. Ella estaba muy contenta, incluso ahora - vemos como se remueve en los brazos de Sebastian mientras extiende sus manos en señal de que le den lo que ya tengo en manos - y estoy seguro de que querrá que tú se lo des, Sebastian.

Digo esto para aminorar el ambiente porque al final puedo ser yo quien pague con su mal humor.

- Pero si gustara la señorita Brisell, también podría volver a criarla.

Sin duda este shinigami no tiene temor a nada... Ni menos se enmuta de la mirada asesina que el demonio le está ofreciendo.

- Sé que Brisell siempre preferirá a quien la tuvo dentro suyo - sentencio para terminar este terrible juego, uno donde no quiero estar en medio. Si quieren matarse que no lo hagan frente a nosotros - así que yo lo haré. - extiendo un brazo para hacer que me dé a la bebé.

Por supuesto ella respondió a mi invitación, extendió sus brazos hacia mi, solo faltaba que el cuidador la acercara.

Él suspiró accediendo a la indicación.

- ¿Tienes alguna información, Undertaker? - lanzo la pregunta mientras acomodo a Brisell frente a mi donde por supuesto Sebastian decidió involucrarse: se sentó a un costado a mi lado para sostenerla de la espalda y con un pañuelo en mano por si se requiere.

- Sí y no.

- ¿Podrías ser más claro? – le pregunto sin dejar de alimentar a Brisell.

- Su sangre si ha mostrado ciertas alteraciones a como estaba antes. Ese antes me refiero al de hace meses y al ayer. Por lo que he pensado que podría tener una mejor respuesta, un punto de comparación más exacto si pudiera también analizar la sangre del padre mayordomo.

Sebastian ya sabía lo que el sepultero había hecho sin avisar. Me encargué de contarle para evitar una guerra del cual no tenía ganas de tolerar por lo que tuve que escoger la forma correcta de hacerlo; las palabras y el modo.

- Será tu decisión. – respondo a su mirada de que esperaba mi indicación – Es tu sangre.

- ¿Puede ser al terminar? – refiriéndose al momento que estamos teniendo en la primera comida del día de la bebé.

Y considero que también es para no perderse esta primera experiencia con ella, menos si Brisell, después de recibir cada bocado, lo mira a él con una sonrisa mientras come, como demostrándole lo que ya puede hacer, sintiéndose contenta cuando él le devuelve el gesto o cuando es atendida con el pañuelo para mantenerla limpia.

- Claro, padre mayordomo, este momento es único de los futuros primeros "únicos" con su hija. Deben de aprovechar cada oportunidad, si no lo hacen, se arrepentirán.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora