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La calidez que me transmite Sebastian en este beso, provoca que las sábanas otorguen un sofocante calor; como si el frío anterior nunca existió.

La temperatura de mi cuerpo se elevaba y yo sin poder hacer algo al respecto, solo me dejo llevar por el momento; por instinto. Es lo único que me queda.

Sus manos de estar a la altura de la parte superior de mi espalda, se iban resbalando hasta llegar a la parte baja, acercándome más a su cuerpo, aunque no completamente por el obstáculo que tenemos en medio.

Sin poderlo evitar, y mucho menos controlar, la cordura se ha cegado ante mí, que lo luchado todo este tiempo, haya decidido irse a dar un viaje... Pero sin retorno. Solo aspira a continuar sin importar las consecuencias.

- Amo... - susurra en el beso entre un muy fallido intento de querer parar - disculpe mi conducta, esto... No... - lo callo tomándolo de su nuca para cerrarle la boca con la mía - se va a arrepentir...

- ¿A caso no me conoces bien? - lo beso más demandante - nunca me arrepiento.

Como si esas palabras hubieran activado algo en él, me devolvió el beso con más voracidad, con hambre. Y yo estaba dispuesto a alimentarlo.

No bastando, se decidió por tocar profundidad en mi cavidad bucal. Mordió mi labio inferior sacando de mi parte un leve quejido, y no de dolor, permitiendo al demonio a conocer lo que hay dentro.

Su lengua es el mejor explorador en el lugar, hallando la existencia de su cometido, que es la mía. Con un no gentil saludo, se entrelazan, se conocen, juegan, aunque torpemente le puedo seguir el ritmo. Sin embargo, eso no quiere decir que no me afecte, al contrario, creía que estaba tocando límites, y me equivoqué, estaba empeorando, sabía lo que estaba pasando: estaba sucumbiendo a las bajas pasiones. Tal como Undertaker lo describió.

Mi piel se ha erizado por la sensación de su mano fría iniciar su recorrido en mi pierna que ha colocado a la altura de su cintura. Subiendo por el muslo hasta llegar a mis glúteos, masajeando y apretando con ansias.

- El que subiera de peso tuvo sus beneficios - declara con cinismo.

- Idiota... - la cara la sentía arder tanto por la pena de su comentario y por el bochorno caliente de mi cuerpo - no digas esas cosas...

- Que no le avergüence. No me estoy burlando, lo contrario, es un alago - me hace verle a los ojos notando que estos brillan de una manera distinta al de siempre - y deseo sacar provecho - sonríe ladinamente.

De estar acostados, él pasa a estar casi sobre mi, observándome de arriba hacia abajo como un depredador.

Levanta mis piernas para colarse en medio de ellas. Levantando de a poco la única prenda que me protege de aquellos ansiosos ojos, mas la palabra "cohibido" me inundó evitando que lo hiciera.

- ¿No me dejará ver? ¿Cómo podré consentirlo? - muevo la cabeza negativamente - su cuerpo es hermoso aún en este estado; si eso es lo que le preocupa - dijo como si hubiera podido leer mis preocupaciones - además - se inclinó para quedar nuestros rostros peligrosamente cercanos - ya lo he probado y es endemoniadamente delicioso - me besa con profundidad - no he dejado de desearlo, de volver a sentirlo. Tuvo la oportunidad de escapar, pero ya no hay salida - me vuelve a besar - estoy en mi límite.

Esas palabras terminaron dentro de mi boca que avivaron el fuego de antes, aumentando como un incendio por sus caricias en mi cuerpo que dósilmente le he permitido abrirse camino hasta dejarme sin la prenda blanca.

Esparce besos que recorren mi cuello, descendiendo por mi pecho, llegando a mi vientre que se detiene para tratarlo con delicadeza.

- Está durmiendo ¿verdad? - sin dejar de consentir y acariciar me dice.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora