- Vaya, esto si que es... – hizo una pausa como buscando la palabra correcta mientras observaba una parte de mi cuerpo – curioso...
- ¿Curioso? – pregunto sin tratar de sonar irónico – extraño es lo que lo define. Y con todas sus letras de lo que significa, sobre todo si no existe un razonamiento lógico a esto.
- Puede que quizás si exista uno... - dice observándome.
- ¿Y cuál es? - ante la pregunta sonríe divertido.
- Ella – ladea la cabeza en dirección hacia la cuna donde alguien en estos momentos se encuentra despierta apretando como puede una de las patitas de su muñeco – pienso que podría ser que dejó algo de su ser en su interior. Para ser más específicos, sus poderes curativos de su lado demoniaco; eso explicaría el que ahora la herida del corte que le hizo el sepultero ya no esté. Que su cuerpo haya sanado de forma rápida para su esencia humana bastando los diez días que le habían pronosticado – lo miro escéptico al no poder lo que tal vez fuera verdad.
- Esto es... - me pongo de pie de donde estaba en la orilla de la cama para caminar hacia el espejo y ver con claridad la zona donde antes tenía la marca de lo que me recordaba a profundidad aquel dolor en Navidad - ¿crees que sea de por vida? – toco el lugar para al menos detectar una cicatriz, pero nada, mi piel está como antes: lisa, sin marca de imperfección.
- Es difícil saberlo, al menos ahora – al escuchar un pequeño gimoteo, Sebastian se acerca a la cuna para tomar a Brisell entre sus brazos donde al parecer en un mal cálculo de ella se le había caído el muñeco – entonces Brisell, ¿le dejaste un regalo antes de nacer a tu padre?, ¿algo como poder curarse si se lastima?
Y seguía sorprendiéndome su capacidad de entendimiento a pesar de ya haber estado con ella casi la mitad de un mes. Ella lo observó como analizando cada expresión y como respuesta sonrió con algo que podría catalogar como "ternura".
- Lo podemos tomar que en efecto fue ella, joven amo.
- Eso veo – suelto un suspiro acercándome a ambos – no tenías que hacerlo – la miro con neutralidad y ella borró su sonrisa colocando una expresión de preocupación – pero aun así – coloco mi mano en su cabellera, acariciándola - gracias Brisell. Sé que te preocupaste por mí. Y eso lo valoro mucho – le otorgo un gesto sincero de agradecimiento provocando que ella volviera a cegar mis ojos de tan brillante que podría ser sus bellas expresiones de felicidad.
- De cualquier modo, en un rato el sepultero terminará de asegurarnos lo que ya confirmamos por la misma responsable. Y para apresurarnos, ambos deben ingerir sus alimentos del desayuno para luego vestirlos y partir.
- Puedo vestirme solo y lo sabes. Enfócate en ella para que sea más rápido.
- O puedo atenderlos al mismo tiempo – lo miro con una ceja alzada de ironía y él solo se alza de hombros como si lo que dijo fuera algo fácil de ejecutar.
- Claro que no – sentencio – a ella la tratarás con toda la atención que se merece – coloco mis manos sobre la cintura – ella es un Phantomhive.
- Tiene razón. Y no es cualquier Phantomhive – lo miro esperando a que continue – es un Phantomhive y su hija.
Ante sus palabras sentí que por un momento la respiración se me cortó. Me seguía pareciendo increíble la situación, algo sumamente extraordinario presos de los juegos y curiosidades de la naturaleza. Sin embargo, hay algo que falta en ese detalle.
Suelto un suspiro de resignación antes de hablar.
- No solo eso. También debes atenderla de la mejor forma al ser también TU hija. Es parte de lo que hace un padre hace, ¿no? – ante su rostro silencioso por lo mencionado, doy media vuelta para caminar en dirección al baño – y será mejor que te apresures, hasta mucho ha aguantado el que no empiece a llorar por su comida.
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Hermoso accidente
FanfictionUn inesperado acontecimiento está por aparecer en las vidas de Ciel y su fiel mayordomo, Sebastian, que por juegos del destino, bajo la firma del curioso shinigami, Undertaker, se convierte en el responsable del cambio que nuestros personajes pasará...