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- Se-sebas... - giro un poco para poder verlo.

- ¿Qué está mal? - se acerca con preocupación, agachándose a mi altura - ¿le duele algo, qué necesita?

- Ba... - susurro con nerviosismo - ba...ño... Ahora... - lo agarro con fuerza de las mangas de su traje.

Este tipo de situación es lo que más he odiado del embarazo... Maldita delicada vejiga...

- ¿Está todo bien?

Se acerca hasta nosotros la encargada de la tienda mostrando también un semblante de genuina preocupación.

- Mi... Esposa - a pesar las circunstancias en la que me encuentro, en mi pecho sentí una punzada al escucharle llamarme así - necesita con urgencias ir al baño. Disculpe que le pida esto, pero ¿podría pedir prestado el suyo?

- Por supuesto. Es por acá, vengan - ella se adelanta para indicarnos el camino.

- Joven amo - me llama en voz baja - vamos - paro su intento de llevarme presionando más su ropa que creo incluso pude sentir clavar las uñas en su piel.

- N-no... Pue...do... Mover...me - agacho la cabeza avergonzado de tener que expresar mi no posibilidad - si... Lo... Hago...

- Entiendo. Perdone que haga esto en público, pero - con sumo cuidado soy elevado del suelo - es una emergencia - quedando entre sus brazos siendo cargado como princesa - aguante un poco más.

Sin decir palabra alguna, o queja, dejo que Sebastian me lleve hasta donde la amable señora nos espera con la puerta del baño abierta.

- Estaré en la parte principal de la tienda por si me necesitan.

- Muchas gracias.

Al cerrarse la puerta dejándonos a los dos dentro, poco a poco me deja en tierra firme.

Con prisa me acerco al inodoro alzando las telas estorbosas que impiden mi ya urgente desahogo.

- Maldición...

- Lo ayudaré.

Había olvidado que él seguía aquí...

- N-no... Yo... Puedo...

- No puede. Además, solo agarraré la falda.

Al sentir más presión de querer reventar, suelto un quejido tragando mi orgullo para aceptar dicha ayuda.

No pude evitar ponerme nervioso cuando percibo sus manos rozando mis piernas de abajo hacia arriba mientras alzaba el bulto de telas.

Calma, Ciel. Calma. Concéntrate...

- Joven amo, respire - se dio cuenta... - y por favor, no se apene ante esta situación. Ya lo conozco a la perfección. Así que esto no debería de ser un problema.

- Solo... No mires... - digo ya resignado preparándome para desahogarme - y si es necesario... Es una orden.

- Yes, my lord, y - hace una breve pausa - ¿no quiere también que me las ingenie para no escuchar? - con tono burlesco alude.

- Idio... Mgh... - el insulto quedó incompleto debido a que mi cuerpo se estremeció al por fin liberar espacio en la ya delicada y reducida vejiga.

- ¿Decía? - ya encontraré la forma de cobrarme todas sus burlas...

- Cállate...

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora