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- ¿Descansó lo suficiente?

- Define "suficiente". - respondo entre el bostezo - Ya llegamos, ¿No? - me incorporo del asiento el cual había tomado por cama.

- Así es. Y al parecer alguien también ya se dio cuenta. - Refiriéndose a Brisell cuyos ojos se abren con lentitud buscando acoplarse a la luz - Tu si que descansaste, ¿verdad? - esos orbes azules al escuchar y enfocar al dueño de la voz, terminaron por abrirse de golpe para recibirlo con su cálida sonrisa.

- Y es así como se sabe a quien prefiere. - Realmente no lo decía con enojo o con... celos, mas bien con resignación - Aunque no me sorprende. - Me alzo de hombros.

- ¿Por qué lo dice? O más bien, ¿ahora por qué lo dice?

- Porque es "tú". Eres tú. Al ser iguales, es natural.

- Podrá parecerse físicamente a mí joven amo, pero no... salió "tan igual". Los berrinches no son de mi lado quiero agregar. Tampoco esto. - con su dedo índice toca gentilmente la frente de Brisell para quitar lo que ahí se dibujó ante la "ofensa" del comentario - Y lo digo como un cumplido.

Brisell por supuesto no le creyó. Aquel ceño no se quitó agregando que lo mira con mucha intensidad, con mucha fuerza. Una mirada que conozco porque ya la he visto en otra persona: en mí. Cuando quiero asesinarlo.

- ¿Ve que no es ella toda "yo"? El trabajo que cuesta convencerla para tener su perdón, es todo un reto. Un reto donde se aprende cada disculpa y no tolera repeticiones. Hay que ser ingeniosos en cada una y eso que hablamos que ya han sido... muchas para apenas sus cuatro meses de vida.

Sebastian ha tenido un punto. Ese punto será un dolor de cabeza a futuro, cuando tenga más conciencia de la vida.

- Ahora intenta arreglar tu asunto. - me cruzo de brazos y piernas jactioso.

Ser espectador de este reto es mucho mejor que ser el participante en turno donde la jueza llega a ser un gran enigma.

- Y date prisa que tenemos pendientes. Seguimos en el carruaje y dudo que ella te permita llevarla a otro lado sino te disculpas.

- ¿Usted no la llevaría?

- Claro que puedo, pero de este modo es mejor. Quien te manda a hablar de más. Brisell no es una bebé fácil de convencer, ¿verdad? - digo esto solo con la no pequeña intención de poner más leña al fuego - como bien dices, ella se parece a mí en ese aspecto, entonces, es toda una Phantomhive y sé que no se dejará endulzar tan a lo fácil.

Me guardo la risa para evitar mofarme en la cara de Sebastian que me ha mirado con desaprobación.

Quien lo manda a meterse conmigo, con nosotros.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

- Al parecer no todas las damas caen en tus encantos, Sebastian. O es que has perdido práctica. - me burlo directamente y triunfante.

Increíblemente el rostro de Brisell ha sido un muro increbrantable desde hace ya veinte minutos que durante ese tiempo, el padre mayor ya ha sacado sus mejores técnicas de endulzamiento siendo todas exitosamente rechazadas.

He gozado ver cada una de ellas.

- ¿Disfrutándolo?

- Oh por supuesto, pero por más que lo haga y que quisiera continuar, no podemos permanecer aquí TODO el día.

La víctima del enojo de una bebé suspira profundamente hasta que su semblante cambia de forma radical; como si un "como no se me ocurrió" pasara por sus ojos.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora