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Martes 01:44



Marina recuesta a su hijo en medio de la gran cama, se saca los zapatos y mira derrotada a su novio, sin duda ninguno de los dos tenía contemplado lo que acababa de pasar en la oficina de la reina. Fernando deja de mirar el anochecer por el ventanal y se gira para mirar a su novia, analiza sus ojos cansados, su cabello alborotado como siempre, su respiración pausada, su cuerpo envuelto en el vestido azul, era perfecta, a pesar de todos sus errores, para Nano, Marina era perfecta.

- ¿Crees que hicimos lo correcto al volver? - le pregunta Marina rompiendo el silencio mientras se acerca a él

Nano simplemente la abraza, acaricia su espalda descubierta gracias al corte del vestido, respira su aroma dulce, y cierra los ojos dejándose embriagar por la sensación de paz.

- Si - responde a la pregunta de su novia - teníamos que volver, tarde o temprano...

- Nunca pensé que te obligaría a dejar el cargo - interrumpe Marina aún en los brazos del hombre que ama - si alguna vez se me hubiera pasado por la cabeza nunca te hubiera pedido huir...

- Marina - Nano la obliga a mirarlo sosteniendo su rostro por sus mejillas, las cuales acaricia - no podemos lamentarnos ahora por las decisiones del pasado... además si nos hubiéramos quedado las cosas serían muy distintas – suspira – para empezar Felipe no existiría

- Lo sé, pero solo

- Marina... ya nada importa, estamos aquí y por ustedes soy capaz de cualquier cosa incluso renunciar a mi cargo como futuro rey... – reconoce Nano mirando los profundos ojos azules de su novia

- Puede que suene egoísta, pero, yo solo quería que estuviéramos los tres juntos, como una familia

- Lo somos - concuerda Nano descansando su frente contra la de su novia - estamos juntos, no importa cómo o que, no importa lo que tenga que dejar para que sigamos juntos... eso es todo lo que me importa

- Si - susurra Marina antes de besar los labios de su novio – pero aún así no puedo evitar sentirme culpable sé que soy culpable de muchas cosas, y me arrepiento de otras tanto, pero ¿eres feliz así, aún sabiendo todo lo que está a punto de pasar?

-Si – responde Nano acariciando la mejilla de su esposa – soy feliz, contigo y Felipe no me hace falta nada

Esa noche Samuel no pudo dormir, al igual que Nadia, Pilar, Marina y Nano, el único que dormía era el pequeño bebé que yacía en medio de sus dos padres.




A la mañana siguiente Samuel fue uno de los primeros en llegar a la escuela, no tenía ganas de encontrarse con nadie en el castillo, la noche pasada había sido muy difícil, así que para no pensar en la nueva situación en que se encontraba su familia, decidió llegar antes a las instalaciones escolares, caminó hacía la biblioteca y se sentó en una de las mesas junto a las ventanas.

Saco su libro de ciencias de la mochila y reanudo su lectura, tomando apuntes para su informe, informe que debía de escribir con Carla... Carla, no había pensado en ella en toda la noche, y como si la hubiera llamado con el pensamiento la figura definida de la futura marquesa apareció frente a él.

- Hola - lo saluda ella sentándose frente a él - ¿llegaste muy temprano?

- Hola - saluda él - llegue hace.... - mira su reloj - media hora ¿y tú llegas temprano siempre?

- No - reconoce Carla mientras sonríe - usualmente llego veinte minutos antes de que inicien las clases... pero anoche - suspira - anoche después de bueno ya sabes - se pone nerviosa - aproveche el disturbio en la salida para irme a casa de Lu - se encoje de hombros - no quería enfrentarme a la reprimenda de mis padres... y esta mañana me he levantado antes que Lu para evitar sus preguntas

Realeza del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora