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New York – viernes 8:35

Carla había llegado temprano a la oficina, aquel viernes sería el último día de ella en la revista antes de sus ansiadas vacaciones de navidad y año nuevo, todo el mundo se había girado para verla al entrar, como siempre había llamado la atención de todos, pero esta vez no era solo por su belleza, sino que era por la inusual sonrisa que adornaba sus labios rojos carmesí.

Al llegar a la oficina se fue directo con los estilistas, necesitaba ayuda profesional para tapar las ojeras que le recordaban la velada de la noche anterior, se habían besado, él la había besado, como acto reflejo se tocó los labios con la punta de sus dedos, y a pesar del dolor que le produjeron las palabras de Samuel previas a ese beso tan anhelado, se permitió cerrar los ojos y disfrutar de volver a saborear el calor de sus labios contra los suyos.

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La luz del amanecer alumbraba sus cuerpos, el sol entraba tenue por el gran balcón de la sala de estar, y Samuel saboreaba nuevamente los labios de Carla, la tenía entre sus brazos, sus manos acariciaban sus mejillas, mientras que sentía las manos de Carla aferradas a su cabello profundizando aquel beso he intensificado cada rose de sus cuerpos.

Carla soltó un gemido en cuanto ambos se dejaron ir por la falta de aire, lentamente sus miradas volvieron a reencontrarse y Samuel pudo observar nuevamente la mirada deslumbrante de los ojos verdes de Carla, los cuales resplandecían mucho más que el amanecer a sus espaldas.

Carla estaba completamente perdida entre los brazos del príncipe a quien tanto amaba, se sentía como en un laberinto, la única diferencia era que no tenía prisa por encontrar la salida.

Sus respiraciones se mezclaban con el sabor del otro, sus miradas no podían apartarse, sus manos estaban en el cuerpo del otro, Samuel había soñado con el reencuentro de un beso miles de oportunidades y no podía creer que aquello fuera real, tenía miles de pretextos para volver a besarla, y dejarse llevar por lo que le gritaba su corazón, sin embargo, su razón tomó el control de sus actos.

Samuel se alejó lentamente de Carla sin aún romper del todo la cercanía entre ellos, Carla no podía decir nada, simplemente lo observó alejarse lentamente de su cuerpo y cuando sus miradas volvieron a encontrarse supo que ese beso había sido un error.

- Lo lamento - dijo Carla sin saber muy bien porqué se disculpaba si había sido él quien había iniciado el beso entre ellos

Samuel nuevamente observa esos ojos color esmeralda, tenía un millón de emociones encontradas las cuales no sabía expresar, y tenía millones de pretextos para explicar por qué se había alejado del sueve tacto de Carla, podría haberle dicho que aún tenían cosas que hablar, que aún la culpaba de ciertas cosas, que la amaba y quería hacer las cosas bien por ellos y por Alicia, pero sin embargo lo que escapo de sus labios fue una cosa completamente contraproducente a lo que realmente sentía.

- Tengo novia - dice Samuel al fin

"Tengo novia" era todo lo que Carla necesitaba oír para que su corazón se destrozara por completo, él ya era parte de alguien más, y ese alguien no era ella, Samuel vio la confusión en la mirada de Carla y quiso explicarse mejor, pero Carla recompuso su compostura de mujer de negocios antes de que él pudiera volver a hablar.

- Creo que es mejor que te vayas... - dice Carla poniéndose de pie

Carla camina hacía el ascensor con Samuel detrás de ella en modo automático, porque a pesar de sus sentimientos encontrados, no podía creer que había arruinado aquel momento con la única mujer que había amado toda su vida.

Realeza del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora