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New York – viernes 9pm

Carla observaba la escena con la mirada brillante por las lágrimas retenidas y el corazón palpitante, las lágrimas de Samuel caían por su rostro mientras que los dedos de Alicia intentaban limpiarlo, ambos extraños se analizaban con la mirada, y como si todo pasara en cámara lenta ante los ojos cafés y esmeraldas de la pequeña princesa, intentando retener cada detalle de ese momento en su memoria.

Samuel le sonríe cuando los dedos de su hija limpian su última lagrima y ella acaricia el hoyuelo de su mejilla sonriendo al mismo tiempo, al fin podía conocer esa parte de ella que no encontraba en nadie más, sus ojos marrones eran idénticos al que ella poseía en su perfil izquierdo, al igual que ese hoyuelo.

- Mi nombre es Samuel - dice el príncipe heredero por primera vez - soy tu padre

- Lo sé - responde la niña - soy Alicia... tu hija

- Encantado de conocerte Alicia - Samuel vuelve a sonreír y a pesar de que no quería hacerlo se aleja poco a poco de ella para no asustarla con su cercanía - un pajarito me ha dicho que este es tu restaurante favorito

- Lo es - reconoce la niña sin dejar de sonreír - mamá y yo venimos a cenar cada vez que ella no tiene mucho trabajo en la revista - comenta y por primera vez desde su encuentro con su padre, Alicia mira a su madre y se encuentra con su sonrisa mientras se acercaba a ella

- Me han dicho que tienen las mejores hamburguesas de la ciudad - dice Samuel haciendo la silla a un lado para que Alicia pudiera sentarse

Alicia quedó alucinada por el acto de Samuel hacia ella, Alicia solo había visto aquello en las películas románticas que había visto con su madre y sus tías, la pequeña alza su mirada y se encuentra con la mirada de Carla quien le sonreía de manera verdadera y sin miedos se acerca a Samuel y se sienta en la silla que él había hecho a un lado para ella.

Carla se sienta al lado de su hija y Samuel al otro lado de Alicia, quedando frente a Carla, observando por primera vez lo hermosa que se veía aquella noche y en un parpadeo reconoció la joyería que ella llevaba puesta, aún guardaba en su cajón la portada del diario en donde hablaban del desfile de la ONG, en donde Carla había lucido aquella joyería que él le había obsequiado horas antes.

Carla deja de observar a su hija y se encuentra con la mirada marrón de Samuel, tan brillante y llena de luz como la de ese chico de dieciocho años al que le dijo que siempre la había tenido aquella tarde en la playa de las Islas de Pascua.

- Estas hermosa - reconoce Samuel en voz alta hacia la marquesa quien sonríe y se sonroja a través de la luz de las velas

Alicia miraba a sus padres, de un lado hacia el otro, el sonrojo de su madre no le pasó desapercibido al igual que la mirada de su padre, una completamente diferente a la que le había otorgado a ella, entonces recordó las palabras de su tía Rebe aquel día en que fue a recogerla después de sus clases de balé.

"Cuando tus padres se miraban, ninguno tenía ojos para nadie más, era algo completamente hipnótico, como si todo lo demás dejara de importar"

Y en ese momento Alicia pudo comprobar que aquello era cierto y eso significaba que el deseo que le había pedido a la estrella fugaz que vio un día después de que su madre viajara a Chile "deseo conocer a mi padre y que él y mamá se sigan amando para ser una familia" había deseado aquello con todas sus fuerzas, recuerda que cuando se lo comento a sus tías, su tía Caye le dijo "cariño, no te hagas ilusiones, pudo ser un helicóptero", pero Alicia estaba tan segura de que había sido una estrella fugaz, que se aferró a ese deseo con todas sus fuerzas y allí frente a ella estaba el resultado.

Realeza del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora