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Santiago de Chile – aeropuerto

- Viajeros con destino a New York se les informa que el vuelo se retrasará 10 horas por problemas de turbulencia... - dice la encargada, pero Carla y Samuel solo la escuchan a lo lejos, como un pequeño eco muy lejano

Ahí estaba él, ese hombre que seguía siendo parte de su corazón y de su vida, él era esa parte que su hija le recordaba de todos los días, solo que ahora estaba por completo, frente a ella con la mirada fija en su cuerpo, vestía ropa casual, aunque pudo divisar algunos cambios en su rostro, como una pequeña arruga en la comisura de sus ojos, sus ojos ya no resplandecían de la manera en que recordaba y ese le amargó la boca, sin embargo cuando Samuel curvó hacía arriba su labio, dándole una pequeña sonrisa pudo divisar ese hoyuelo que veía cada día en Alicia.

Samuel la miraba sin creer que aquello estuviera pasando, Carla estaba frente a él, seguía siendo la mujer hermosa y despampanante que recordaba, sus ojos verdes seguían siendo tan intensos como siempre, pero algo había cambiado en su mirar, ya no veía rastro de burla o siquiera paz, lo miraba completamente alerta, llevaba su cabello mucho más corto de lo que recordaba, específicamente a la altura de sus hombros y tenía algunos mechones de color platinado, se preguntaba si era natural o era uso de algún salón de belleza.

- No puedo creer que esto esté pasando - dice Samuel intentando averiguar si aquello siquiera era real

- Yo tampoco - responde Carla

- Te vez.... bien - dice rascándose la nuca, dejando a demostrar cuan nervioso estaba

- Tú tampoco te vez mal - responde Carla sin saber que debía decir o como debía de actuar específicamente, por más que había intentado mentalizarse de que debía de verlo en algún momento del próximo mes, siempre se imaginó ir a buscarlo, nunca se le paso por la cabeza ese escenario

- Viajeros con destino a New York se les informa que el vuelo se retrasará 10 horas por problemas de turbulencia... - repite la encargada y esta vez Carla y Samuel si fueron consciente de ello

Samuel no sabía en dónde meterse, si el aeropuerto de estados unidos estaba cerrado, de seguro lo estaba también para él, y pudo salir de dudas cuando su jefe de seguridad le confirmo sus pensamientos, al parecer en New York había una tormenta de nieve espantosa.

Carla quería alejarse, sin embargo, cuando tuvo la oportunidad, dado a la intromisión del guardaespaldas de Samuel, se quedó allí, de pie frente a él sin entender por qué.

- ¿Te quedarás o prefieres ir por un café? - se atreve a preguntar Samuel lanzándose a la piscina

Había dejado fervientemente su vida a manos del destino y si lo que sea que estaba allí arriba lo había puesto de bruces frente a Carla, lo iba a aprovechar costara lo que costara.

- Un café no me vendría mal - responde Carla sorprendiéndolos a ambos

En un silencio completamente incomodo, caminaron uno al lado del otro, por un instante sus manos se rozaron al caminar, sonrojándolos a ambos, al parecer la descarga de electricidad que les recorría el cuerpo cuando estaban juntos seguía existiendo.

Llegaron a la cafetería del aeropuerto, un lugar tranquilo y apartado dentro de la misma zona VIP, el olor a café recién hecho, a pasteles de limón y a galletas embriagaban el ambiente.

Los guardaespaldas se quedaron fuera de la cafetería resguardando el lugar, mientras Carla y Samuel se acomodaban en una mesa más o menos alejada en una esquina.

- Buenas noches - los atiende un mesero rápidamente - ¿desean ver el menú? - pregunta de manera amable sonriéndole a Carla

- No - lo interrumpe Samuel causando que el joven camarero dirigiera su mirada hacia él - ya sabemos lo que vamos a pedir

Realeza del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora