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Santiago de Chile – aeropuerto

Samuel odiaba los aeropuertos, los odiaba porque siempre que pisaba uno se acordaba de aquel día de verano, había corrido por todo el aeropuerto para buscarla y pedirle otra oportunidad, y cuando la encontró, Carla le miro con esos ojos que aún lo atormentaban y simplemente lo rechazo una vez más.

Intentó enfocarse en otra cosa, recordando a sus ahijados, Valentina se había puesto a llorar cuando lo dejaron en el aeropuerto de la isla y Luciano le repetía que se quedara, sin embargo, antes de que se fuera su pequeña ahijada le regalo un collar de flores que había hecho junto a Lucrecia y Luciano le regaló su auto de juguetes favorito.

Los iba a extrañar, a todos en realidad, en especial las noches de cerveza con Valerio, podían pasarse horas tomando birras en la orilla de la playa hablando de la vida, le había contado de su plan en New York, aunque claro que ya lo sabía porque Lucrecia ya se la había adelantado, pero aun, así como en todo Valerio mostro su apoyo, palmeándole la espalda y diciéndole que dejara todo en manos del destino.

Como era costumbre cada vez que viajaba el aeropuerto lo trasladaba a un apartado en donde solo las personas con dinero tenían acceso, la mayoría tenía guardaespaldas como él, por lo cual no se preocupaba por llamar la atención y daba gracias a dios que estaban en Chile y que todos se vieran tan ajenos con todo lo relacionado a la realeza, solo tenía que ser paciente y contar los minutos para que su avión privado estuviera listo.

Se sentó en una hilera vacía de cómodos sillones, poso su mirada en los minutos del reloj y su mente lo devolvió al pasado a ese día en el aeropuerto que él tanto quería olvidar.

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Lucrecia lo había llamado en la mañana diciéndole alarmada que Carla abordaría un avión rumbo a New york a las cinco de la tarde, sin embargo, Samuel, sorprendiendo a su amiga, había respondido con un simple "está bien"

Estaba en el jardín con la mirada perdida, observando como Cayetana y Rebeka jugaban con Felipe en la piscina, el niño reía de manera estrepitosa y les salpicaba agua cuando movía sus brazos, Nano que sonreía triste ante la escena de su hijo y su hermana, se acercó a Samuel y le tenido una cerveza.

- Venga hermanito - lo anima Nano - tienes una cara Samuel...

- ¿Tanto se me nota? - pregunta Samuel antes de beber su cerveza

- A kilómetros se puede ver que estás pensando en la marquesita - responde su hermano bebiendo de su cerveza - ¿Qué ha pasado entre ustedes?

- Muchas cosas - responde Samuel - aunque la verdad - mira los ojos azules de su hermano y suspira - no tengo idea de que fue exactamente lo que pasó

Nano observa el semblante triste de su hermano, él había pensado que ese día de su coronación como futuro rey habían solucionado las cosas, Samuel y ella habían desaparecido por un buen rato y pensaba que ya estaban follando en algún rincón del castillo, pero cuando vio a su hermanito llorar en el jardín privado de su madre, había entendido que había sucedido todo lo contrario.

- Ella termino conmigo - admite Samuel sintiendo pesado el pecho - me dijo que ya estaba bien, que lo nuestro debía de llegar hasta ahí, que ella nunca me había amado... que solo fue un juego, justo como yo hice con ella cuando éramos adolescentes... luego fue tu anuncio - suspira - y todo se vino abajo, me recrimino por no decirle la verdad, y es qué... - se muerde el labio antes de beber un nuevo trago - ella tenía razón Nano, tuve tantas oportunidades para decirle la verdad y nunca le dije lo que estaba pasando... el día de la coronación como heredero a la corona - recuerda - la vi tan mal... se veía más delgada y sofocada... pensé que estaba enferma, le dije una vez más que la amaba, que no podía dejarme... pero joder es que no hago más que meter la pata... le ordene como futuro rey que se quedara

Realeza del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora