Realeza del siglo XXI

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New York – martes 8:30 am

Alicia miraba todo a su alrededor, no le gustaban los hospitales, casi nunca se enfermaba, pero odiaba tomar medicinas y que la pincharan con agujas.

- Hola Alicia - la saluda el doctor entrando a la sala

- Hola - saluda completamente desanimada mirando al doctor y a su madre

A la niña le dolía la barriga de los nervios y del hambre, su madre le había dicho que era necesario que fuera en completa ayuna para poder realizarse los exámenes necesarios, a Alicia no le gustaba la idea de que le sacaran sangre y la inyectaran, y habría puesto un grito de terror en el cielo de no ser porque Carla le explico que era necesario para poder ir a España.

- Prometo que no dolerá mucho - dice el doctor amarrando en su antebrazo una liga de elástico - puedes darle la mano a tu madre si quieres

- No - responde la niña - yo puedo - mira firme a su madre, quería demostrarle que ya era una niña grande y que podía con ello si eso la llevaría a sus vacaciones de navidad y año nuevo hacia España

Carla le sonríe a su pequeña, la observa respirar y apretar el puño cuando la ajuga entra en su blanca y suave piel para extraerle un frasquito de sangre, Carla le da un asentamiento de cabeza dándole ánimos, se sentía completamente culpable, le había medio mentido, era cierto que necesitaba algunas vacunas para cruzar la frontera americana, pero ese examen de sangre no tenía nada que ver con el viaje a Europa.

- Listo - dice el doctor sonriéndole a la niña, de su bolsillo de la bata saca una paleta y un chocolate y se los da a Alicia

- No me dejan comer dulces - dice rápidamente la niña

- Yo creo que tu madre te dejará comer hoy, por lo bien que te has comportado ¿a que sí? - pregunta el doctor a la madre de la niña

- Solo por hoy - afirma la marquesa sonriéndole a su hija

Los ojos de Alicia brillan de la felicidad, toma los dulces y rápidamente abre la paleta para meterla a su boca, tal vez ir al hospital no era tan malo después de todo.

El doctor guarda el frasco de sangre para realizar la prueba de ADN y se acerca a Carla, quien no dejaba de mirar con un dije de preocupación a su pequeña princesa.

- Los resultados estarán listos el viernes por la mañana - dice disimuladamente el hombre hacia la hermosa mujer frente a él

- Gracias - responde la marquesa dando dos pasos hacia atrás justo cuando su pequeña la toma de su mano - puede mandarme los resultados por correo, lo he dejado adjunto con mis datos personales - dice antes acercarse a la puerta y salir acompañada de su hija

Alicia iba completamente ajena concentrada en el sabor de la paleta en su boca, por lo cual no pudo observar cómo su madre y un hombre de cabello castaño y ojos marrón se quedaban petrificados mirándose mutuamente como si el espacio y tiempo desapareciera por completo.

Samuel miraba a las dos rubias al otro lado de la sala de espera, Carla se veía hermosa, vestía de manera casual, unos jeans ajustados, tenis blancos, una camisa de cuello negro y chaqueta de cuero negra, maquillaje sutil y natural, a pesar de los años y de lo furioso que se sintiera hacia ella, no podía evitar sentir lo que aún sentía cuando la miraba, pero sin duda la pequeña que Carla llevaba de la mano fue quien le robo el aliento.

Alicia vestía exactamente como su madre, pero en diferentes tonalidades, sus jeans eran grises, sus tenis negros, su blusa era blanca y su chaqueta de cuero era de rosa chicle, llevaba el cabello rubio atado en una coleta con cintos negros, aún a lo lejos, Samuel pudo apreciar la belleza de las facciones de la pequeña, su nariz respingada, sus pestañas largas, se sorprendió aún más al ver la tonalidad de su mirada al contraste de la tenue luz del sol que entraba por la ventana del pasillo, la niña se saca la paleta roja de la boca y tira de la chaqueta de Carla quien se había quedado congelada mirando a Samuel.