Emma:
—¿Estás seguro que no quieres quedarte, Paul? Hay suficiente espacio para los dos en mi departamento.—Le digo una vez que ha cruza la puerta, hacia el pasillo.
Me detengo en el arco de la puerta.
Paul levanta la mano.—Estoy agradecido, señorita Emma y no quiero pecar de grosero al rechazar su ofrecimiento, pero insisto en tomar una habitación de hotel, no queremos llamar mucho la atención ¿No?
Aprieto los labios, asintiendo con la cabeza.
Ya difícil fue meter al conde a mi departamento sin ser descubiertos.
—Vendré mañana por la mañana. Muchas gracias y descanse, señorita Emma.
—Igualmente, Paul.
Cierro la puerta detrás de mí y el conde aparece en mi campo visual, me sobresalto al percatarme que trae menos prendas que antes, como en la pelea.
Me llevo la mano al pecho.—No me asustes así.
—¿Asustarte?
—¿Qué haces medio desnudo en mis pasillos?
—Busco tu baño.—Mira a ambos lados y regresa sus ojos a los míos, pero para entonces mi mirada ha bajado a su torso.—¿¿Dónde está tu baño?
Estoy perdida en esos abdominales.
—Emma.
Parpadeo, regresando la mirada a sus ojos.—¿Qué?
—Tu baño.
Señalo.—A la izquierda.
Apunta con el dedo y asiento.—Tomare un baño, si me permites.—Me indica alejando los pasos de mí.
Cierra la puerta y no tardo en escuchar la ducha.
(***)
Para cuando el conde ha finalizado su ducha ya he servido la sopa en dos recipientes. El conde luce igual como antes de perderse en el baño.
Camina en mi dirección y mis ojos recorren su torso cada vez más claro, ha limpiado un poco sus heridas, aunque aún falta echarle las cremas que bajen la inflamación y hacer algo con los moretones ligeros en su cara.
—Tome una toalla si no te molesta.—Dice mostrándome que la lleva en la mano, se seca el rostro con él.
Le ofrezco mi sopa. El conde se detiene, arquea una ceja y deja de observar mi sopa para mirarme a mí.
—Tal vez no tenga un sabor familiar a como lo sirven tus cocineros en tu palacio.—Suspiro.—Pero es una buena sopa y calmara tu hambre.
—Ya te dije, no vivo en un palacio.
—A algo parecido a un palacio entonces.—Me corrijo y le ofrezco la cuchara.
La acepta, su mano roza la mía y la deja, para darle un sorbo.
—Esta calien...—No llego a advertirle, Bram sopla el líquido recogido en la cuchara.
—¿Caliente dirás?.—Sonríe arrogante.
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Un anillo para Emma
RomanceMonte Carlo, destino paisajístico de la nobleza y el hogar de Emma. Emma Dempsey esperaba un anillo y en lugar de eso obtuvo una ruptura, ahora no sólo debe aceptar que su ex novio de hace cinco años, se encuentra al lado de una mujer mucho más jove...