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Emma:

Nunca imagine que cortar los alambres de una enredadera resultara una falta de respeto hacia el difunto conde y su nación, y posiblemente perder el respeto que me había ganado con la madre de Bram

¿Cómo es que yo Emma Dempsey arruine todo en un par de minutos?

Y Bram...

Tomo un respiro y el justo aparece en mi campo visual, ingresando a la habitación. Me quedo al borde de la cama y trato de adivinar lo que cruza por su mente mirando su expresión, aunque no logro captar si está enojado o no.

—Hola...

—Hola.. —Se detiene frente a mí y toma asiento a mi lado.

Me besa con dulzura y su lengua toca la mía, estoy a punto de perderme cuando le cojo el rostro y agitada, rompo el beso.

Siento el peso de su mirada, mientras la mía esta caída y con valentía subo los ojos, encontrándome con los suyos impregnados en mí.

Niego con la cabeza.—Bram, jamás fue mi intención faltarle respeto a tu familia, ni al pueblo. Yo solo...

Me besa callándome enseguida, pero no me da tiempo de pararlo, el retrocede y me da una sonrisa atractiva, como él.

—Lo sé.

Agrando los ojos.

—Lo sabes.. y tu madre..

—Se quién es la mujer que he traído de Monte Carlo y a quien hare mi esposa. —Me sujeta la mano firme y aprieta. —No tienes que explicar nada.. Conozco tu intención.

Paso la saliva. —Tu madre...

—Mi madre debe pensar lo mismo, así que deja de pensar en eso y culparte por algo que ni deberías sentir culpa.

Me besa derribándome contra la cama y su peso va sobre mí, coloco ambas palmas sobre su torso duro y despego sus labios de los míos.

—¿No dices esto solo para tener sexo?

Me da un beso rápido y retrocede un poco, aunque el peso de su torso no ha abandonado mis pechos.

Bram suspira. —Emma...

—Hoy fue una pequeñez como esta.—Menciono recordando las palabras del consejero de la condesa.—Aunque tampoco estoy segura que lo fue. Pero mañana...

—Deja de preocuparte por el mañana y vive intensamente hoy. —Me besa el cuello, hundiendo las manos en mi piel.

Me muerdo los labios, mientras sus besos se convierten en chupetones delicados.

—Ahora conmigo y en la cama.

Se quita la camisa y mis manos se adhieren al calor que emana su torso desnudo, Bram para mirándome preocupado.

—Emma..

No respondo y el suelta un suspiro.

—¿Debo preocuparme por esto?. —Pregunta y enseguida la cambia.—Ahora no vas a arrepentirte de estar aquí conmigo ¿No?

Claro que no.

—Porque de una vez diré que no permitiré que te vayas. —Continua y junto las cejas. —Vale, es injusto pedirte que te acoples a esto y seré una mierda egoísta por no dejarte ir.

Me rio por sus palabras.—Conde.

Bram me sonríe y se ve más seguro de sus palabras.—Pero no lo hare. Se vienen muchas cosas, quizás no muchas de tu agrado, pero seguiré a tu lado y venga lo que se venga, no recibirás esto sola.

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora