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Emma:

—¿Paul?. —Pregunto sorprendida al salir del departamento y encontrarlo en mi puerta, a punto de tocar.

—Buenos días, señorita Emma.. —Hace una reverencia. ¿Por qué la reverencia?. —¿O debo decirle condesa?

¿Conde.. qué?

Sonrio y lo rodeo.

—Para llamarme así tendría que casarme con Bram, Paul.

Sus pasos me siguen, hasta caminar a mi lado. —Pero usted es pareja de mi señor.

Mis pies se detienen, me giro hacia él.

—Paul, no sé cómo será la aristocracia de ustedes. —Respondo confundiéndole. —Pero besar o...—Me sonrojo. —Acostarse con una chica no significa nada en Monte Carlo.

—¿Eso piensa que el señor cree de usted?

Trago saliva.

—No soy la primera chica con la que...

Sé quién es Bram Fitzwilliam y también sé que su razón de venir aquí fue divertirse.

—Le sorprendería, Señorita Emma. —Me asegura Paul, atrayendo mi atención una vez más. —Le sorprendería que mi señor no ha tratado a ninguna mujer como a usted.

—¿Ni siquiera con las que se acuesta?

Paul guarda silencio y yo sonrio.

—Es caballeroso con ellas, pero con usted es diferente. No deja de sonreír todo el tiempo. —Pronuncia y las esquinas de mis labios se elevan. —Y si soy honesto, señorita Emma... Me incluye en sus planes para buscar su atención. —Paul niega con la cabeza. —Y lo mismo hacía con Dayane.

—¿Dayane?. —Pregunto confundida.

Paul se sonroja. —La condesa viuda. —Se corrige. —Mi señora Dayane.

Arqueo una ceja.

—¿Estas mucho tiempo en la familia, Bram?. —Pregunto curiosa.

—Mi padre era guardia de los Frederick, seguí su legado cuando el falleció.

—¿La madre de Bram?

—Exactamente.

Lo observo con atención. —Tú y la condesa deben conocerse...

—De toda la vida. —Me respondo y mis ojos se abren, entiendo enseguida la situación.

Paul está enamorado de la madre de Bram.

Mundos diferentes, como el conde y yo.

—Señorita Emma. —Parpadeo al escuchar a Paul. —Como le decía, esas cosas solo las hace cuando alguien le importa demasiado.

No respondo.

Bram me extiende el brazo. —Ahora, el señor Bram desea que lo acompañe a desayunar.

Trago saliva y bajo la mirada a su brazo extendido, para volver a subirla.

—Ya tengo una cita para hoy.

Paul abre los ojos. —Eso a mi señor no le gustara.

Sé que no le gustara, pero ya quede con Harvey y lo menos que puedo hacer es decírselo de frente.

—Nos vemos, Paul. —Le indico avanzo por el largo pasillo.

—Pero señorita Emma, Lord Bram Fitwilliam está esperando en la cafetería.

Me giro y detengo mis pies por un momento. —Dile que le escribiré.

—Señorita, Emma. Pero...

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora