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Emma:

Un dolor creciente es lo que hay en mi pecho mientras me despido del hermoso cuento de hadas que viví hasta el día de hoy.

Y si de por si mi corazón ya estaba roto desde el momento en que la duquesa declaro a la prensa que se casaría con el conde, esos trozos que quedaban terminaron por quebrarse cuando Bram paso de largo llevándose a la duquesa consigo .

El no me ha vuelto a  mirar desde esa única vez, hace un par de minutos, pero también me ha abierto los ojos.

A una vida a la que no pertenezco y me ha recordado lo diferentes que somos. Bram se casara con una hermosa mujer y yo me dedicare a esto toda mi vida, a ser una mucama.

No le doy tiempo a la prensa de que se gane con mi rostro desencajado, me limpio las lagrimas y regreso al lugar de la boda, que es el único donde no esta rodeado de paparazis, sin embargo permanezco en los pasillos, no en el jardín.

Quisiera irme a casa ahora mismo, pero hasta que la prensa no desocupe el lugar me quedare aquí.

El problema es que no se quien será el primero en desocuparlo, si el conde o la prensa.





(***)




—Emma

Y resulto ser el conde.

—Emma... Podemos... Necesitamos hablar.—Siento su voz temblar, mientras mi mirada se mantiene en la festividad de la boda.—Emma.—El insiste.

Una parte mía no quiere escucharlo. Ya se como va esto y las palabras "Necesitamos hablar" solo empeoran la situación.

No quiero que me rompan otra vez el corazón.

—¿Ya te desocupaste de tu duquesa?.—Le pregunto con un tono calmado, aunque por dentro sienta celos.—¿Le conseguiste una suite o...

—Clary esta ocupando mi suite.

Auch.

—Entonces no entiendo porque estas aquí si ella esta en tu habitación, Conde.

Da un paso hacia mi.—Porque a quien deseo es a ti y porque eres tu, estoy aquí.

—Pero vas a casarte con ella.

Bram agranda los ojos, enseguida aprieta la mandíbula.

—Si algo me agrada de esta situación es que fuéramos transparentes desde el inicio.—Me responde de cierta forma aliviado.

—¿Debo sentirme mejor por eso, Bram?

Lo observo pasar saliva.

—Emma.—Pronuncia mi nombre con seguridad, acercándose a mi.—Emma, mandare todo a la mierda si me dices que debo sacarla.

¿Sacarla?

—Así que te lo pregunto, Emma.—Me dice mirándome a los ojos.—¿Debo sacarla de la habitación?

Necesita escucharme para tomar una decisión y si digo que no se ira con ella. El corazón me late fuerte, pero mi cabeza niega. 

—¿Si digo que si como será nuestra vida desde ahora, Bram?

—Prometí encontrar al hombre que te diera el anillo, si eso debo...

—No quiero que te sientas comprometido a hacer eso.

—Es solo una excusa para mantenerte a mi lado... ¿Acaso no ves como me muero por ti?.—Me suelta, llenándome los ojos de lagrimas.—Emma...

—Soy una mucama...—Le recuerdo, dejándolo callado.—Y tu eres un conde. 

La mirada de Bram baja, el sabe que tengo razón. Mi vida y la suya son distintas, por más que viviera un hermoso cuento de hadas a su lado todos estos días, ahora esta es la realidad.

Esto no es por mi, es por el.

Por todas las cosas que dirán, por lo que podria perjudicar a Bram perder al estar con una persona como yo, no quiero ser responsable de eso y llevar ese pesar conmigo.

—¿Buscas protegerme, Emma?.—Me suelta levantando la cabeza.—Ya estoy bastante grande para cuidarme solo y elegir que es lo que quiero para mi vida....

—¿Y qué sucederá si al final no es como lo ves?

Sus ojos me observan serios. El no tiene una respuesta para esto y lo sabe, Bram sabe que todo podria terminar mal.

—Si te arrepientes y... —Si los dos nos arrepentimos y terminamos peor que ahora.

Si nos lastimamos.

—Cuando ella llego...—Intento decir.

—La maldita prensa estaba ahí. —Me suelta desesperado. Se acerca a mi y niega con la cabeza.—Emma, solo lo preguntare una vez más...

Aprieto los labios.

—¿Debo sacarla de mi habitación?

Otra vez esa pregunta.

Pero el, tendrá menos problemas de los que tendría si esta conmigo.

Y no deseo ser un obstáculo, menos un retraso para el conde Fitzwilliam.

—Emma.—Insiste el.—¿Debo sacarla o no?






Bram:

Regreso a la habitación con la furia emanando por todo mi cuerpo, cierro la puerta detrás de mi de golpe y levanto la mirada solo para encontrar a Clary justo donde la deje, sentada en el mueble.

—¿Arreglaste la confusión con la chica?

Maldigo.

Clary suelta un suspiro.—Debo tomar esto por un no.

—Te dije...—Le recuerdo.

—Sabes que si no les daba una fecha, ellos no se cansarían de preguntar. —Me interrumpe.—Ya sabes como es la prensa y por lo que veo en Monte Carlo es igual que en Inglaterra.

—¿Y qué se supone que haremos cuando llegue el invierno?

—Lo mismo de siempre, retrasarlo más.—Responde ella, Clary como siempre segura de sus decisiones, aunque terminen en catástrofes.—No habrá boda y no pienso casarme contigo, eres como mi hermano.

No reacciono a su respuesta y ella se pone de pie.

—¿Dónde esta? Déjame hablar con ella.—Avanza hacia mi, hacia la puerta.

La detengo.

—No es necesario.—Paso la saliva y ella frunce el ceño.—Emma no quiere saber más de mi, lo dejo bastante claro.

—Bram...

—Hay que irnos.—Digo con pesar.

—¿Estas seguro?.—Me pregunta con inquietud. Sus ojos se abren mucho.

—Si.—Le aseguro, cuanto más tiempo este junto al aire que ella respira, será más doloroso.—Volvamos a Inglaterra, Clary.

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora