Emma:
Nervios, pánico y miedo.
Terror.
Presentía que el estómago se me iba a salir después de sentirme presa de mi propio nerviosismo. Comí algo ligero en el avión, lo que ligero describiría con una manzana, aunque cualquiera en mi lugar hubiera aprovechado al ser un vuelo en primera clase, sin embargo, no quería dar una mala impresión llegando con mi ropa de trabajo manchado de vomito.
Bajamos del avión y antes de abandonar el aeropuerto, Bram me ofrece unos lentes oscuros.
Es verano, aunque empiezo a entender el porqué de los lentes al cruzar la puerta de salida y que no tiene que ver con el calor que nos dé en los ojos, al dejar el aeropuerto somos abarrotados por periodistas, con un acento parecido al de Bram y son muchos más de los que rodeaban el aeropuerto de Monte Carlo.
Bram sujeta mi mano y somos trasportados por algunos miembros de seguridad a unos vehículos oscuros, con ventanas iguales y banderas representativas de Inglaterra afuera de ellos.
Antes de ingresar me doy cuenta que la duquesa no nos acompañara.
—¿No vienes con nosotros?
—No.—Ella se levanta los lentes y lo coloca sobre su cabeza, sin importarle que los flashes le den en la cara.
¿Y cómo iba a importarle? Si se ve muy bien.
La duquesa pone los ojos en mí y sonríe.—Lamento el malentendido, Emma y buena suerte con la condesa viuda.—Pronuncia.—Iré mañana y haremos cosas de chicas.
—Clary.—Advierte Bram.
—Tranquilo, la cuidare.—Sonríe, encogiéndose de hombros.—Siempre quise una amiga.
Ella se despide y sube al otro vehículo, mientras Bram y yo al que nos prepararon los miembros de la seguridad, a estas alturas no sé si es la seguridad del aeropuerto o la de la familia del conde.
Es probable que sea lo segundo.
Suspiro.
Y recién empieza esto.
Sin embargo cuando me creo sola en este mundo nuevo, la ventanita que separa la parte delantera de la de atrás se abre y reconozco la figura del conductor.
Enseguida una sonrisa cruza mis labios.—¡Paul!
Paul se gira en mi dirección.—Bienvenida a Inglaterra, señorita Emma.
Bram me toma la mano.—¿Estas bien?
Asiento con la cabeza.
El conde sonríe y se vuelve hacia Paul.—Ya sabes que hacer.
Mis ojos se abren y enseguida la ventanita se cierra, la música sube de volumen.
Me giro hacia el con la ceja alzada.—¿De verdad crees que voy a follar de camino a donde vive tu madre?
—Averigüémoslo.
Me rio cuando me toma de la cintura.
—No, Bram, espera.—Lo intento detener, pero logra subirme a horcajadas.
Me sienta sobre su regazo y pasa las manos por mi rostro.
—Mi vida contigo empieza ahora.—Pronuncia mirándome el rostro.—Ya no hay atajos para volver. Ni siquiera un camino.
Asiento con la cabeza y llevo mis labios a los suyos en un suave beso.
Empuja mi cuerpo contra los muebles del asiento y se apoya contra mi.
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Un anillo para Emma
RomanceMonte Carlo, destino paisajístico de la nobleza y el hogar de Emma. Emma Dempsey esperaba un anillo y en lugar de eso obtuvo una ruptura, ahora no sólo debe aceptar que su ex novio de hace cinco años, se encuentra al lado de una mujer mucho más jove...