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Emma:

No quiero pensar en más posibilidades de que no llegue a tiempo y el se marche, pero no dejo de estar nerviosa, aunque mi mente quiera mantenerla lejos.

Manejo por todas las calles de Monte Carlo, siguiendo las señales que me llevan al aeropuerto y restando que ninguna patrulla me detenga.

El corazón me martillazo el pecho y se siente como si en cualquier momento saldrá disparado de mi pecho, me llevo una mano al lugar y busco tranquilizarme.

Doy golpes suaves y el coche se detiene, estoy a solo unas calles de llegar al aeropuerto.

Espero solo unos segundos mientras el transito se recupera, levanto la mirada al espejo y estoy echa un desastre. Mi cabello alborotado y mis mejillas muy acaloradas por el sudor, también llevo mi traje del hotel.

Mi traje de mucama.

—Mierda. —Pronuncio al darme cuenta que el tráfico no avanza. Aparcó el coche frente a un cruce y pago la tarifa de 20 minutos, espero que con eso sirva o tendré que ir a buscar el coche de Lottie al depósito.

Bajo del coche y cierro la puerta, para correr en dirección del aeropuerto, al principio pido disculpas a quienes empujo, pero pronto me olvido de eso y empiezo a correr.

Hay bastantes personas, no solo quienes van a viajar, sino fotógrafos que están saliendo y quizás eso es una mala señal.

Quizás se van porque ellos ya se fueron y mi corazón late con miedo de que sea verdad.

Me llevo una mano en el pecho y suplico que no sea así, logro abrirme paso entre las personas e ingreso al aeropuerto. Todavía hay fotografías dentro y quiero pensar que es una buena señal.

—¡Conde, aquí!

La palabra me hace girar el rostro, la duquesa y conde se toman un par de fotografías con unos niños, mientras sostienen sus boletos de avión y mis pies quedan paralizados hasta que la foto termina.

Bram y ella intercambian un par de palabras, la duquesa le sonríe y el asiente con una mirada de caída.

—Conde, duquesa. Unas últimas preguntan.

La duquesa se niega, según sus palabras ya han sido demasiadas preguntas y necesitan tomar su vuelo o lo perderán.

Reacciona, Emma.

Muévete.

Logro pasar la saliva y los ojos de Bram se levantan, se queda estático cuando su mirada profunda llega hasta mi.

El corazón me da un salto y tener sus ojos en mi era li que necesitaba para atreverme a acercarme.

Pronto siento la mirada no solo de el, sino de la duquesa y las personas que murmuran alrededor, algunas burlándose de como una persona corriente como yo puedo tomarme estas libertades, otros me reconocen por nuestras fotos tomadas y luego están los asombrados que prefieren no añadir nada.

—¿Qué estas haciendo aquí?

Trago saliva, aclarando mi garganta.

—Vine a decirte que quiero ser egoísta.

—¿Emma?

¿Por qué siento profundas ganas de llorar ahora?

¡Mantente firme, Emma!

—Pensé que podía dejarte ir. Quería que no tuvieras una vida complicada por estar conmigo... No quería vivir con eso.

—¿Y te oyes cuando dices eso?. —Pregunta el, negando con la cabeza. —Maldita sea, Emma. Mi vida ya es complicada sin ti. No dejará de serlo contigo, tal vez no, pero al menos te tendré a mi lado.

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora