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Emma:

No me suelta, durante todo el trayecto hacia el destino que tenga planeado, Bram me lleva tomado de la mano y no me deje ir, al contrario, entrelaza sus manos limpias con las mías llenas de polvo.

Trago saliva y le doy una mirada profunda mientras él tiene los ojos en la ventana de su lado, afuera esta oscuro y ni siquiera me interesa saber a qué rumbo iremos mientras este con él, porque estar a su lado es sentirme segura, sin embargo, viéndome como ahora y viéndolo a él, me hace sentir que hay una diferencia grande entre los dos.

El pensamiento me hace recorrer el traje que lleva puesto, casual pero digno de un conde y luego estoy yo...

¿Por qué siempre todo me sale mal?

—Llegamos. —Anuncia el conductor. Bram hace un gesto asintiendo con la cabeza y el mismo tira de la puerta a su lado.

Bram baja y me ayuda a bajar a mí, es el único momento donde me suelta la mano, pero la vuelve a tomar.

Levanto la cabeza. Estamos en la mansión Fitzwilliam.

—Emma, vamos. —Me pide tirando de mi mano.

Dejo que me traslade mientras en el camino las chicas de servicio me observan con las manos sobre la boca y es Agnes quien me extiende un pañuelo, el cual recibo con una media sonrisa antes de seguir nuestro camino hacia las escaleras.

—¡Oh, santo dios! —El grito de la jefa de doncellas no se hace esperar cuando me ve, las manos las sube a su boca y las baja enseguida cuando Bram empieza a hablar.

—Cenaremos en la habitación.

Ella hace una corta reverencia. —Como ordene, Conde.

El conde no responde y sube escaleras arriba, llevándome con él, siento la presión de todos en mi espalda mientras avanzamos, pero no me atrevo a voltear.






(***)







Bram pasa la mano sobre el agua almacenada en la tina, controlando la temperatura y se vuelve hacia mi después de cerrar la llave, sin quitarme la mirada y sin ninguna expresión empieza a quitarse la camisa para luego rodearme y buscar el cierre del vestido una vez que deja el abrigo sobre el suelo.

Trago saliva, el silencio me incomoda un poco.

El vestido se me cae al aflojarse y sus dedos calientes comienzan a desplazarse por mi piel, me sobresalto al sentir que me arde.

—¿Cómo te hiciste esto? —Pregunta y me giro encontrándome con el rasguñon en mi brazo que me ocasione al tropezarme de camino al desfile.

—Me caí. —Respondo y siento como el ambiente cambia.

No volteo, pero escucho como termina de quitarse las ultimas prendas que le cubren y hace lo mismo con mis bragas antes de tomarme del otro brazo y guiarme a la tina, el ingresa primero y yo enseguida, entre sus piernas y dándole la espalda, Bram coge un balde pequeño y con el recoge el agua depositada en la misma tina para luego dejarlo caer sobre mi cabello.

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora