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Emma:

Visitar el jardín real es uno de los mejores pasatiempos en cuanto a mi estadía en la mansión, aunque me hayan puesto una doncella privada para mi seguridad y quien ahora está sujetando una sombrilla detrás de mi, como si quisiera proteger mi piel.

Ni que fueran a tener golpe de estado.

En fin, son costumbres suyas y apenas me adapto a ellas, aunque algo me dice que estoy empezando a sentir la privación de mi libertad, poco a poco.

Cojo una de las enredaderas atrapadas por los alambres y la quito, estos han obligado a las hojas ir en una dirección contraria a la que deberían.

—No creo que deba hacer eso, señorita. —Me advierte la doncella.

Libero un par más y me vuelvo hacia ella. —Es injusto que la privemos de su camino y la obliguemos a crecer por otro rumbo.

—Es una planta. —Me recuerda. —Y tiene ese camino porque así el jardín se verá más hermoso, con todo respeto, si se cambia no será un bello jardín.

—No porque sea diferente a lo que todo el mundo cree tendrá un mal resultado.

—Emma Dempsey.

Aparto mi atención de la doncella al reconocer la voz que viene a lo lejos, vestida como una diva, Clary, la mejor amiga de Bram viene en mi dirección, ella lleva lentes oscuros, un top negro y una chaqueta roja que hace juego con los pantalones crema y las botas rojas.

Coloca los lentes oscuros que trae y le da una mirada a la doncella, quien espantada termina de irse.

—Hola. —Sonríe son los labios rojos.

—Hola.

Esto es incómodo.

—Finalmente tenemos tiempo de hablar, aunque le dije a Bram que vendría por ti.

—Culpa mía. —Respondo. —Quería conocer el pueblo y luego él y yo.

—¿Y quieres ir a verlo ahora?

—Duquesa, no.

—¿No? Entonces demos un paseo por las afueras de la mansión.

Es la amiga de Bram, Emma.

Ella me toma del brazo y camina conmigo, toma demasiada confianza muy rápido.

—Dime... ¿Ya te has adaptado? Estoy aquí para conocerte, pero también para que no te sientas excluida y sola.

—Estoy bien, aunque no es como lo esperaba. —Confieso.

—¿Y cómo lo esperabas?

—Como en las películas. —Suelto una sonrisa corta. —Es decir, todos son amables, hasta el momento.

Ella se detiene y se para frente a mí.

—¿Te sientes capaz de ser la condesa? —Pregunta, aunque noto solo curiosidad en la pregunta. —No, no lo digo para asustarte, es solo una pregunta.

—Daré mi mejor esfuerzo. —Es lo único que respondo.

Ella me sonríe. —De todas formas, estoy aquí para ayudarte y... deberíamos empezar por el baile de tu compromiso.

—Sí, sobre eso... ¿Qué debería usar?

Me sonríe. —Es un excelente día para ir de compras ¿No?

—No dije eso.

—Lo interprete así.


Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora