4

8.3K 807 45
                                    

Emma:

—Lo lamento mucho, Lottie.

Escucho un suspiro al otro lado de la línea. —El conde recupero mi coche, no te preocupes.. además.. lo mando a arreglar.

Sonrio.

—¿No quieres que te preste mi coche más seguido?

Me rio.

—Aunque ahora que serás una condesa, no creo que necesites uno ¿No? Tu chofer privado va a llevarte a todos lados.

Observo mi anillo de compromiso.

—Si, sobre eso... aún estoy tratando de acostumbrarte.

—¿La realeza es tan difícil en Inglaterra?

—Monte Carlo era una cosa, ahora todo es diferente. —Confieso.

—Pero tú y el conde están bien ¿No?. —Noto preocupación en su voz.

—Sí, nosotros estamos bien. —Le aseguro. —Soy feliz. —El corazón me palpita muy rápido y dejo escapar las sonrisas que vengan. —Cuando despierto en las mañanas y lo veo a mi lado, soy feliz.

Que envidia, ojala yo encuentre un amor así.

—Lo encontraras.

Ella suspira. —Emma, tengo que dejarte... si la jefa me ve.

—Sí, es obvio.

Parece que la jefa sigue igual.

Me despido de ella y regreso a la cama, en cuanto veo que Bram abre los ojos, estira los brazos y las sabanas que lo cubren caen debajo de su abdomen, mostrándome su musculatura.

—¿A quien llamaste?. —Pregunta curioso.

—A Lottie. —Respondo acercándome a él. —Me disculpaba por lo del deposito.

Me subo a horcajadas y sus manos se aferran a mi cadera, Bram me sube la camisa suya que termine usando, sus dedos aprietan mi piel y llegan hasta mi trasero.

—Dijo que lo mandaste a reparar.

—Era lo menos que podía hacer después de ser responsable que llevaran su coche al deposito.

—¿Ten sentiste responsable?

—Fuiste por mi ¿no? —Bram se sienta sobre el colchón, sujetándome, mis piernas terminan rodeando su cadera. —Claro que me siento responsable.

Me da un suave beso en los labios y mete la mano izquierda por debajo de la camisa, mi cuerpo ya está caliente y sus dedos elevan mi temperatura mucho más, cierro los ojos disfrutando de lo lento que es al adentrarse cada vez más.

Entonces Bram con la otra mano desabrocha cada botón de su camisa uno por uno, hasta que mis pezones dejan de rozar la tela para estar al descubierto.

Llena su boca con uno y comienza a chupar, le sujeto la nuca con suavidad y hundo los dedos en su cabello.

Succiona como si de un bebe se tratara y me masajea los pechos con ambas manos, elevando hasta que su boca alcance y logre ocupar.

—Bram...—Jadeo.

—Delicioso. —Pronuncia y me da un mordisco.

—¡Bram!

Se ríe, apartando la boca de mis pechos. Nos miramos a los ojos y sonreímos, por un minuto se queda en silencio, observando mi rostro.

—Ir a Monte Carlo fue la mejor decisión de mi vida. —Me jura.

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora