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Emma:

La mañana siguiente despierto sola en la habitación, las sabanas me cubren y el lado del conde está vacío, golpean la puerta y me siento sobre el colchón, sobando mis ojos.

—Adelante.

Belen ingresa con su traje de servicio, en las manos lleva algunas toallas limpias y hace un reverencia saludándome.

—Buenos días, Emma.

—Buenos días. —Respondo.

Va al baño de la habitación y regresa sin las toallas, enseguida se acerca a la ventana y abre las cortinas para mí, me llevo una mano a la boca y dejo escapar un bostezo.

—¿Sabes si Bram ha salido?

Se vuelve hacia mi después de acomodar las cortinas. —Sí, el conde salió apenas amaneció, Emma. Se llevó al jefe de seguridad con él.

—Con Paul.

Ella asiente y sonríe. —¿Le traigo su desayuno?

Niego. —Bajare a desayunar.

—Entendido. —Señala la cama que estoy ocupando. —¿Me permites?

Me levanto y mientras ella se ocupa de la habitación, voy directo al baño por una ducha, regreso con la toalla envolviendo mi cuerpo y encuentro la habitación como nueva, me cambio y salgo, saludo a los de servicio con una sonrisa, la que se borra cuando distingo al consejero.

Hugues se inclina hacia adelante. —Buenos días, futura condesa.

Respondo la reverencia. —Buenos días.

El me da una mirada rápida y sus ojos se ubican en mi cara. —Me entere el terrible malentendido en casa de los Vaughan, es una pena que pasara por algo así.

No respondo y el sigue hablando con una sonrisa.

—Todos cometemos errores, futura condesa.

¿Errores?

—Tome esta anécdota como algo a lo que deberá aprender a enfrentarse a diario o lo que está por venir...—Hace una pausa y continúa hablando. —Una condesa piensa dos veces antes de dar una respuesta o en su casa, será mejor si lo piensa más de dos.

—¿Mi caso?

—No busco ofenderla, me disculpo si di esa impresión. —Me responde enseguida. —Pero es normal para alguien que no ha nacido en la realeza y no sepa de las costumbres, tener que pensar más de dos veces su respuesta. Siendo haber sido usted una mucam...

—He tenido una excelente educación para terminar como mucama, Hugues. El cual es un trabajo digno como cualquiera.—Le respondo y él se queda callo de inmediato. —Gracias por la preocupación, pero ir en contra de lo que es incorrecto no me hace una maleducada. Es tener sentido común para diferenciar que es lo que está mal o no.

—Como dije, solo hablo por mi preocupación... no quisiera que este incidente volviera a ocurrir y esta vez frente a personas más importantes. Mi deber es observar y corregir, futura condesa. Preocuparme que...

—¿Aconsejar, no?. —Le interrumpo. —Gracias por el consejo, Hughes. Si van en contra de mis valores, yo decidiré si lo tomo o no.

No agrega nada más y me retiro.





(***)



Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora