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Emma:

El ruido de una trompeta me hace despertar y Bram se mueve inquieto a mi lado, golpean la puerta preguntando si pueden ingresar mientras mi futuro esposo se queja de querer seguir durmiendo.

—Sí, solo denme un momento. —Intento salir de la cama y busco mi ropa, la cual yace en el suelo.

Me visto de inmediato y pongo los ojos en Bram.

—¡Bram!

—Apenas son las seis. —Dice después de alcanzar su móvil sobre la cómoda junto a la cama. —Dormiré un poco más.

—¿Qué clase de Conde eres?. —Bromeo.

—Uno que va a dormir hasta las 8. —Vuelve a acostarse, con el torso contra el colchón, las sabanas se le caen y las mejillas se me acaloran, obligándome a tragar duro.

Vuelven a tocar y él se queja, ya estoy cambiada y lo que hago es subir las sabanas, hasta cubrirle el cuerpo desnudo, le la cintura para abajo.

Carraspeo. —Pueden entrar. —Es la jefa de doncellas con Annika. —No te muevas mucho. —Le exijo a Bram.

Ambas se colocan frente a mí y sus miradas van detrás, observando el cuerpo del conde.

Arqueo una ceja. —¿Necesitaban algo?

Parpadean confusas y regresan su mirada a mí. Annika es la que lleva la trompeta que nos despertó.

—La persona que solicito ha llegado, futura condesa.

La observo confusa y a mis espaldas escucho que se mueven, las mejillas de ambas mujeres se enrojecen y me giro encontrando a Bram, apoyado con ambos codos y totalmente despierto, con la mirada confusa sobre mí, la piel de su torso está completamente visible y se le marcan bien los músculos de los abdominales como los del brazo, mientras las sabanas tapan desde sus caderas hacia abajo, sin embargo, eso no le quita el atractivo que trae al despertar.

—Bram..

—¿Solicitaste a alguien?

Intento hablar, pero Krister se adelanta, tratando de mirar a otro lado. —La profesora de mod...

Antes de acabar la detengo. —Sí, lo olvidaba. Enseguida bajo.

—Emma.. —Me llama Bram.

—¿No ibas a dormir hasta las 8?

Arquea una ceja y regreso mi atención a las dos, que siguen embobadas por la imagen de Bram medio desnudo.

Carraspeo. —¿Nos vamos?

Ambas asienten y salen de la habitación.

—Emma. —Me llama antes de cruzar el umbral de la puerta, obteniendo mi atención. —¿Vas a decirme que sucede?

—Nada realmente, son cosas mias. Duerme bien, conde.

—Per-

Cierro la puerta y me encamino hacia el salón, donde me esperan.





(***)




—Barbilla a lo alto. —Me indica Tara, la profesora, quien coloca un bastón sobre mí mentón y me obliga a levantarlo, lo mismo hace dirigiéndose a los hombros. —Hombros atrás.

Un anillo para EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora