Un anillo para Emma

9

Emma:

—¿Cereal? . —Le ofrezco al conde.

El niega con la cabeza, mientras se sienta frente a mí, aun adormilado tras ser yo la culpable de despertarlo, pero yo tengo que volver al trabajo hoy mismo.

Se mueve incomodo, sujetando su espalda.

Alguien no paso buena noche.

Lleno el en mi plato y dejo el cartón junto al jugo.—Lamento que mi mueble no sea digno de un conde.

Deja de sujetarse la espalda y se endereza.—En casa con mi madre. Siempre que llegaba tarde , me quedaba a dormir en el sofá de la sala, el dolor no es diferente.

—¿Tienes muebles duros?

—Los tuyos lo superan. —Sonríen.

Golpean la puerta y me dirijo a abrirla. Encontrando a Paul con lo que parece un traje a mano. Lo saludo y el ingresa al departamento.

Se detiene frente a Bram, observando con una ceja arqueada el plato de desayuno que el mismo se ha servido, si, dije el mismo.

—¿Pan y jamón, señor?

Pasa lo que tiene en la boca y responde. —¿Quieres un poco, Paul?

Paul niega. —Mi lord, tenemos un problema.

—¿Problemas en vacaciones?

—El hotel esta organizando otro evento para usted.

Bram maldice. —¿Otro más? ¿Qué parte de que estoy de vacaciones no entiende el jefe del hotel?

—Supongo que solo quieren ser amables con usted.

Bram deja el desayuno y se acomoda en la silla. —¿Y esta vez de que se trata?

—Póngase esto. —Le entrega la ropa. —En el camino se lo explico.

Sin ganas, coge la ropa y se levanta de la silla. Bram se dirige al baño luego de decirme que lo usara.

Paul se vuelve hacia mí. —Señorita, Emma ¿Desea que la lleve al hotel de paso?

—Si, lo agradecería mucho.

(***)

—Creo que mejor te aparcas una cuadra antes, Paul. —Menciono inclinándome a observar el trafico de Monte Carlo.

—¿Esta segura, señorita?

—Si.

El coche se detiene en el cambio de semáforo, me giro hacia el conde, quien lucha inútilmente con la corbata en su cuello.

Ruedo los ojos. —Déjame a mi.

Coloco las manos en su corbata y hago el nudo correcto.

—Cuesta crees que seas un conde y no sepas hacerle un nudo a la corbata.

—De eso se ocupan los de servicio.

Me detengo, subiendo los ojos a su rostro. —¿Tienes personal que te viste?