Anastasia Dunne nunca le había hecho falta nada, siempre había sido una niña que destacaba por su belleza y su hermosa sonrisa. Lamentablemente no por tener buen apellido y una gran familia, significaba que no sufría: "El dinero no te libra de un da...
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Anastasia cumplió su promesa, y durante un mes iba a leerle poemas a John. Ahora mismo se encontraba con él, mientras Gilbert estaba a un lado escribiendo algunas cosas, pero prestando atención a las palabras de Ania.
John de vez en cuando jalaba aire pesadamente, y Ania al escucharlo se le estrujaba el corazón. A pesar de haber convivido muy poco con John, se había encariñado mucho y le dolía verlo de esa manera.
-Saben chicos... -John tomó aire
Los jóvenes dejaron de hacer sus actividades y le pusieron atención a John
-¿Te puedo traer algo? -preguntó Gilbert
John negó con la mano
-¿Saben qué fue lo bueno de enfermarme? -Ania lo miró confundida- volver a viajar al oeste... el tren
Anastasia sonrió enternecida
-¡Cuánto amo ir en tren! -habló John con ilusión- Y las montañas rocallosas
-Son sorprendentes -dijo Gilbert
-Ayudaron a mi corazón... -respondió John mirando a Ania- Es un mundo grande, chicos... no lo olviden
-Nunca John...
-Ania... -el hombre la llamó y ella tomó su mano- Gracias, gracias por venir a leerme mi libro favorito, por pasar tus días aquí... con nosotros
Anastasia le sonrió mostrando los dientes
-Es la mejor manera de pasar mi tarde John... -dijo mirando a Gilbert- Gracias por aceptarnos aquí, me gusta mucho pasar tiempo con ustedes
John le sonrió y le dio un leve apretón a la mano de Anastasia, extendió su mano libre hacia su hijo, Gilbert se acercó y juntó sus manos.
Ania y Gilbert se miraron
-Prométanme que cuando yo no esté -Ania se le aguaron los ojos- ustedes van a seguir siendo amigos, quiero estar seguro de que se apoyarán y estarán el uno para el otro
Los chicos volvieron a juntar miradas, los ojos de la rubia estaban cristalinos reteniendo sus ganas de llorar. Gilbert sonrió con calma y miró a su padre...
-Nunca me voy a separar de Ania -dijo sonriendo- es una gran amiga
John miró Anastasia
-Te prometo que no me alejaré de Gilbert, John -la chica relamió sus labios- voy a estar siempre para él
-Deben aprender que no toda la gente es mala -Dijo John- Sí, habrá muchos que quieran lastimarlos pero, eso no quiere decir que no exista alguien que los ame por lo que son... y ustedes deben ponerlo en práctica
-Gracias John... -dijo Ania- esto quedará grabado en mi mente para siempre
-No deben dejarse caer -parecía que John quería despedirse de los chicos- aprovechen esta oportunidad, rían, sueñen, amen y vivan con toda la fuerza de su corazón
John les sonrió ambos, seguido de eso cerró sus ojos y se quedó dormido. Anastasia y Gilbert volvieron a juntar miradas, el chico le hizo una seña con la cabeza para que salieran de la habitación.
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Gilbert y Ania estaban fuera del hogar del azabache sentados en las pequeñas escaleras de madera. Ambos en silencio, su mirada en un punto fijo y el frío recorriendo por su cuerpo.
A lo lejos, los cuerpos de la familia Dunne fueron vistos por el azabache, él le hizo una seña a Ania para que volteara. La chica les sonrió cuando estuvieron frente a ellos.
-Chicos... -dijo el señor Dunne
-Que tal señor Dunne -saludó Gilbert
-Hola mis niños -dijo dulcemente Andromeda- ¿Iremos a ver a John si?
-Claro, adelante... -contestó Gilbert rápidamente
Después una sonrisa de cada uno de los Dunne, se adentraron a la casa Blythe.
-Estoy muy agradecido con ustedes -habló Gilbert y Ania lo miró
-Ustedes se convirtieron en nuestros amigos -dijo Anastasia- tenemos que estar aquí para ustedes
Gilbert le sonrió a la chica y tomó su mano con delicadeza
-Gracias, Ania
La chica le sonrió y dio un leve apretón con su mano, aún sin soltarse se quedaron observando la nieve.
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-¿Por qué golpeas una rueda que probablemente no se arregle? -dijo Anastasia al ver cómo Gilbert intentaba reparar una carreta
El chico desvió su vista a la chica, ella estaba recargada en la parte de atrás de la carreta con los brazos cruzados, su rubio cabello estaba despeinado y su nariz tomó un color carmesí por el frío.
-¿Quién dice que no servirá? -preguntó el chico de manera divertida
Anastasia se encogió de hombros
-Yo
Gilbert soltó una carcajada y Anastasia le siguió
-Te hice reír de nuevo -celebró Gilbert- sabía que en algún momento volverías hacerlo estando yo presente
Anastasia iba hablar, pero los gritos desesperados de Albus y Andrómeda los sacaron de su conversación.
-¡Gilbert! -era Albus- ¡Ania!
Los chicos se miraron con terror y salieron corriendo hacia la casa Blythe. Todo se sentía en cámara lenta, los pasos de Anastasia eran pesados, observaba la casa Blythe tan lejos de ella que creía que nunca llegaría. Sentía que su cuerpo se hundía en la nieve, abrió los ojos con fuerza mientras veía el cuerpo de Gilbert entrar a la casa, ella aceleró el paso y llegó junto con él.
El momento que nadie esperaba había llegado. Todos se adentraron a la habitación, las lágrimas no tardaron en salir de los azules ojos de Ania, Gilbert se acercó al cuerpo sin vida de su padre y se rompió por completo. Cayó al suelo abrazando a John, Anastasia tenía sus labios separados mientras se sostenía del marco de la puerta, su pecho empezó a subir y bajar con fuerza y su vista se volvía borrosa debido a las lágrimas.
Los gritos de Gilbert inundaban la habitación, Anastasia se acercó a su padre y lo abrazó mientras sus lágrimas caían. Su corazón se estrujaba y su cabeza bombeaba con fuerza al escuchar los lamentos de Gilbert.
No, no lo tienes que olvidar. Si es un recuerdo importante para ti, no tienes que olvidarlo nunca. Porque cuando una persona muere, solo puede vivir en en el recuerdo de los demás.
John Blythe había muerto, dejando amigos en duelo y a un hijo destrozado hasta el alma.