Anastasia Dunne nunca le había hecho falta nada, siempre había sido una niña que destacaba por su belleza y su hermosa sonrisa. Lamentablemente no por tener buen apellido y una gran familia, significaba que no sufría: "El dinero no te libra de un da...
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Anastasia caminaba hacia la casa Blythe con unas flores en mano, se quedó estática frente al hogar de Gilbert, sintió un apretón en el pecho y suspiró. Su mirada se desvió al pequeño cementerio de los Blythe, se acercó y tomó asiento en el mismo lugar donde hace algunos meses estaba con Gilbert.
La rubia se hincó y colocó las flores frente a la tumba de John Blythe, sacudió un poco su vestido y se quedó ahí, en silencio, recordando los bonitos momentos que pasó a lado de John Blythe y su hijo.
-Hola John... -dijo la rubia- espero estés muy bien, quería venir a contarte algo... o probablemente ya lo sabes, pero Gilbert cumplió tu petición -Ania sonrió- él está recorriendo el mundo, tal y como lo pediste
Las lágrimas de la chica empezaron a salir sin control, sus azules ojos estaban cristalinos y sorbía su nariz limpiándola con las mangas de su vestido.
-Perdón por no haber venido a visitarte antes... -continuó- pero, oh John... han pasado tantas cosas; extraño tanto a Gilbert, Aidan tuvo un accidente y sentí que se me iba para siempre -sollozó- No he tenido el tiempo de desahogarme como realmente quiero, por eso estoy aquí, porque sé que tú estarás para escucharme...
Anastasia empezó a llorar con intensidad, tomó la bufanda de Gilbert que estaba alrededor de su cuello y la apretó con fuerza. Su pecho subía y bajaba con velocidad, jalaba aire por su boca mientras su cuerpo era sostenido por sus pies.
-¿Cómo se supone que alguien puede vivir con tanto dolor, John? -dijo la rubia esperando respuesta- No sé qué hacer... En un momento, me siento la chica más feliz del mundo pero luego mi ánimo llega hasta el suelo
Anastasia seguía sin poder calmar sus lágrimas, se abrazó a sí misma y cerró sus ojos por un momento.
-Desearía ser valiente como Gilbert -confesó- Una parte de mi dice que tú te fuiste sabiendo lo qué me pasó... ¿Por qué lo creo? Por la manera en la que me mirabas, no creas que no lo noté -la chica soltó una risita- Tus ojos parecían analizarme y siento que te enteraste de todo...
Y Anastasia Dunne tenía razón, John Blythe conoció tan bien a Ania que no habían sido necesarias las preguntas para saber lo mucho que la chica había sufrido. Además, una de las muchas mañanas en las que Andrómeda se quedaba para cuidar a John, la mujer se lo confesó. Pero John Blythe prometió no hablarlo con nadie, ni siquiera con su hijo... y lo cumplió.
-Te extraño John... -dijo Anastasia- y extraño a tu hijo. Ustedes son tan especiales para la familia Dunne que no habrá forma de sacarlos de nuestro corazón y esa es una de las cosas más difíciles, porque me duele mucho no tenerlos cerca... ¿Qué se supone que debo hacer? El miedo me consume, no quiero ser mal vista o criticada por mi pasado John; no quiero...
Anastasia volvió a soltar lágrimas, pero las limpió rápidamente. Tensó su mandíbula y frunció sus cejas.