Anastasia Dunne nunca le había hecho falta nada, siempre había sido una niña que destacaba por su belleza y su hermosa sonrisa. Lamentablemente no por tener buen apellido y una gran familia, significaba que no sufría: "El dinero no te libra de un da...
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La señora Barry, Minnie May, y todos los jóvenes caminaban por las calles de Charlottetown, los chicos tenían un solo propósito: investigar acerca del oro.
-Ojalá encontremos algo -susurró William hacia Ania
-Yo también lo espero -respondió la rubia sin dejar de caminar
-¡Caballo! -gritó Minnie May
-Hay muchos en Charlottetown -respondió la señora Barry
-Es un pueblo maravilloso -Dijo Anne
-Me gusta Charlottetown -respondió Ania con timidez
Todos entraron a la tienda de telas, la señora Barry se quejaba todo el tiempo por las texturas de cada una de ellas. Las cuatro chicas y el joven observaban los colores como si fuera lo más interesante del mundo.
-Ya he visto a mamá así antes... -Dijo Diana- cuando se enoja con papá, se apasiona por la decoración
-¿Cuánto crees que le dure? -preguntó Ania
-Lo suficiente -respondió la de azul
-Entonces vámonos ya -soltó Beverly
Los chicos se miraron y caminaron hacia la salida, directamente a su objetivo. Llegaron al periódico y Anastasia observó con detalle el pequeño espacio.
-Buenas tardes, señor ¿Puede decirnos dónde están sus archivos? -Preguntó Diana
Anastasia tenía los ojos en la pequeña oficina
-¿Archivos?
-En donde guardan los periódicos viejos -Dijo Anne
—Conozco bien el concepto de archivo. Lo que me confunde es su ignorancia sobre las relaciones espaciales -dijo el hombre- Usen sus ojos jóvenes. ¿Les parece que tenemos espacio para mantener un archivo de periódico?
-No hay archivos -Dijeron Anastasia y William al mismo tiempo
-Tenemos a unos verdaderos Sherlock Holmes -les dijo el hombre- Excelente deducción jóvenes -el hombre se dirigió a William y Anastasia
-En ese caso... ¿Recuerda algo sobre la historia del oro en Cabo Wolfe? -preguntó William
-La edad y la memoria no son compatibles -dijo el hombre- Pero quizá tengan suerte con Malcom Frost. Él cubrió la historia
-Un auténtico reportero -Dijo Ania
-Un naturalista. Escribió los artículos porque estaba preocupado -respondió el hombre- Pero mejor hablen con él, frecuenta el bar que está más abajo
-Muchas gracias -Dijeron los cinco niños
-Jóvenes... -llamó el hombre- Sean discretos. Él nunca se recuperó