Anastasia Dunne nunca le había hecho falta nada, siempre había sido una niña que destacaba por su belleza y su hermosa sonrisa. Lamentablemente no por tener buen apellido y una gran familia, significaba que no sufría: "El dinero no te libra de un da...
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Anastasia estaba guardado todo lo que vendería en un bolso, y en otro ropa, ya que se quedarían a dormir en casa de la tía de Diana. La chica se colocó su capa, su sombrero y una delgada bufanda color vino, rápidamente salió de su habitación.
Al tocar la perilla se detuvo y posó su mirada en la mesita de noche a lado de su cama, ahí estaba la carta que le había escrito a Gilbert, un escalofrío recorrió su cuerpo, la rubia se sentía en la necesidad de llevar la carta con ella.
Recordó el momento del abrazo con Gilbert y sintió cómo su estómago se estrujaba. ¿Qué había sido ese sentimiento? ¿Por qué no salió corriendo? ¿Por qué se sentía tan cómoda?
Anastasia sacudió su cabeza intentando olvidar los momentos con Gilbert y lo hizo, de un saltito llegó al otro extremo y guardó la carta en el bolso de su capa. Soltó un suspiro lleno de nerviosismo y salió de su habitación.
-Ania... no te acerques a ningún extraño por favor -rogó su padre
-No lo haré papá, estaré siempre junto con Anne
-Disfruta el viaje cariño -dijo Andrómeda
-Espero puedan solucionar algo enana -apoyó Aidan
La chica les sonrió a su familia
-Gracias, los amo mucho -dijo
Anastasia le dio un beso en la mejilla a cada integrante de su familia, y salió de su hogar caminando a Green Gables.
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Cuando Anastasia llegó vio a Anne y Jerry arriba de la carreta, apresuró el paso y los saludó.
-¡Anne! -saludó- Buenos días señorita Cuthbert
-Que tal Anastasia -dijo la mujer
-No alcanzaste a Diana -dijo Anne- pero sube, vamos...
Anne se hizo a un lado y Ania subió a la carreta. Marilla les tendió una canasta con comida para el camino y emprendieron camino a Charlottetown, durante el trayecto lo único que podía escucharse eran las peleas de Anne y Jerry y como la pelirroja se quejaba por los cantos del muchacho.
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Anastasia le había entregado sus cosas a Anne para que hiciera trato con su comprador. Jerry se había ido a vender un caballo y ella estaba esperándolos fuera de la tienda acariciando con delicadeza al animal frente a ella.
En algunos momentos, la rubia desviaba su vista al ver cómo Anne intercambiaba palabra con el señor de la tienda y reía al verla mover los brazos con exageración.
Se acercó a la ventana para observar a su amiga, introdujo su manos en las bolsas de su capa y sintió algo. Poco a poco sacó la carta que había escrito para Gilbert, la tomó con ambas manos y la observaba con detalle mientras aguantaba algunas lágrimas.
