Anastasia Dunne nunca le había hecho falta nada, siempre había sido una niña que destacaba por su belleza y su hermosa sonrisa. Lamentablemente no por tener buen apellido y una gran familia, significaba que no sufría: "El dinero no te libra de un da...
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Habían pasado algunos meses desde la muerte de los hermanos Jones, Los Dunne avisaron a Aidan por cartas lo sucedido y el joven rápidamente tomó el primer tren para regresar apoyar a su hermana.
En la escuela, Anastasia les pidió a todos que no la trataran diferente. Ella podía sobrellevar su pérdida sola y no necesitaba de la lástima de los demás, así que cuando alguien tocaba el tema de los Jones la rubia bloqueaba su mente. Ignorando a todos.
La señorita Stacy regresó a dar clases, y Anastasia canceló las tutorías para la universidad. Sus ojos azules volvieron apagarse y regresó a sus escritos. Ya había retomado todo lo perdido cuando se destruyó el club de cuentos.
Dejó su pluma en el pequeño escritorio y guardó las hojas en un cajón, suspiró pesadamente mientras recargaba su cabeza en sus manos. Hoy, era la boda de Bash y Mary, y Anastasia no quería asistir.
-¿En serio no vas acompañarme? -Dijo Aidan en el marco de la puerta- ¿Con quién me voy a divertir?
Anastasia no podía decirle que no a su hermano, a él no. Aidan era su héroe y el único que podía hacerla cambiar de opinión. La joven giró sobre sus talones y observó a su hermano, como siempre su bien planchado traje negro hacia relucir sus brillantes ojos azules.
Anastasia le sonrió a su hermano mientras sus azules ojos se cristalizaban, el joven Aidan se acercó y abrazó a su hermanita. La chica se sentía tan segura y feliz con él, era el único que podía calmarla.
-Te amo Anastasia -dijo el rubio aún abrazándola
-Te amo Aidan
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Anastasia tenía un vestido azul cielo, casi no utilizaba esos colores. Le gustaban más los oscuros, pero esta era una ocasión especial para todos.
Caminaba hacia la iglesia con sus padres y Aidan frente a ella, Gilbert sonrió al verla, saludó a la familia Dunne y rápidamente se acercó a saludarla.
-Ania...
-Hola Gil -la joven observó la vestimenta del azabache- Me gusta el traje
Anastasia tenía que levantar la mirada para observar a Gilbert, ya que el joven se había estirado mucho. La rubia a penas y le llegaba a la altura sus hombros.
Gilbert le sonrió.
-Gracias, el azul resalta con tus ojos -Dijo refiriéndose al vestido
Anastasia le sonrió tranquila y asintió. Ambos entraron juntos a la iglesia y tomaron asiento con los Dunne, Ania giró un poco para saludar a los Cuthbert que estaban en el asiento de atrás.
