Anastasia Dunne nunca le había hecho falta nada, siempre había sido una niña que destacaba por su belleza y su hermosa sonrisa. Lamentablemente no por tener buen apellido y una gran familia, significaba que no sufría: "El dinero no te libra de un da...
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Gilbert Blythe volvió observar el azul del mar, aún con la bufanda de Anastasia en manos. El joven tenía una sonrisa enorme, por fin regresaba a casa.
-¡Qué vista! -Sebastian apareció- me gusta nuestro cambio de planes, doc. Canadá, estoy emocionado
Gilbert giró hacia su amigo y le sonrió, jugó un poco con la bufanda de Anastasia mientras volvía su vista al mar.
-Eres audaz al venir a este nivel de la cubierta -dijo el joven- si el fogonero sabe que subiste, vas a tener problemas
-Puedo aguantar eso -respondió Bash- Quiero ver adónde voy, para variar. Sentir el viento en mi cara... Avonlea me espera
Gilbert se quedó en silencio mientras guardaba los colores del mar en su mente.
-Las cosas cambiarán a partir de ahora -Gilbert asintió ante las palabras de Bash
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Anastasia observaba su cuerpo frente al espejo, las inseguridades habían llegado de nuevo y la rubia estaba nerviosa. Se sentía realmente diferente y aunque a la vista de los demás era realmente perfecta, ella no se sentía así, estaba incómoda. Sus pechos habían crecido más, sus caderas también se veían más voluminosas y eso para nada le parecía correcto. Tenía miedo, miedo del cómo podrían verla los demás.
Dos toques en la puerta llamaron su atención, después de un "pase", Andrómeda se dejó ver en la puerta.
-Hola cariño -saludó con una sonrisa- ¿Lista para volver?
Anastasia negó asustada y su madre sonrió enternecida mientras caminaba hacia su hija.
-¿Y eso por qué? -preguntó con curiosidad su madre
-Yo... no lo sé -Ania volvió a mirarse al espejo- ¡Solo mírame! ¿No estoy diferente? Me siento diferente ¿Es malo sentirse diferente? Mamá...
Andrómeda soltó una risita por la forma en la que su hija se expresaba, ella le sonrió tranquila.
-Es normal cariño -dijo Andrómeda- estás creciendo y tu cuerpo también, así que quédate tranquila
Anastasia suspiró y sonrió hacia su madre
-Gracias mami
-Estoy orgullosa de ti -confesó su madre- Sabía que algún día saldrías de tu oscuridad
-Yo también lo estoy mami, ¿Sabes? Quiero retomar mis escritos... -dijo la chica- aunque todos estén centrados en mi mala experiencia, creo que puedo hacer algo útil con ellos