¿Cuál es tu excusa?

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#Marcos

- Veo que eres un hombre firme. No te andas con rodeos.

- Quiero a su hija, y no me cabe en la cabeza la idea de que usted no lo haga.

- ¿Hacer qué? ¿Querer a mi hija? ¿Crees que no quiero a mi hija? - asiento - Mi hija es y ha sido siempre mi prioridad. Está puesta en mi testamento como única y principal heredera de una gran fortuna, ha tenido siempre lujos por todas partes, ha ido a los mejores colegios, le hemos dado la mejor educación... mi hija lo tiene todo.

- Su hija se ha acostado muchas noches llorando por su culpa y por la de su mujer.

- Por mi culpa, no sé. Yo solo he trabajado para darle todo a ellas dos, no le he dado la espalda nunca si eso es lo que me estás queriendo decir. Yo apoyé a mi hija para que tuviera a esa niña - me dice obviando el tema de la madre de Mía.

- Olivia. Esa niña se llama Olivia y es su nieta - le digo empezando a cabrearme. No podía evitar ponerme en tensión al escuchar el nombre de mi hija salir de sus labios.

- Sí, la he visto. Polo me regaló una foto de ella a escondidas de mi mujer en uno de sus viajes a Madrid - saca de su bolsillo del traje una cartera, la abre de par en par y me enseña una foto de Olivia sonriendo a la cámara. Parece tan pequeña en ella, que estoy completamente seguro de que por ese entonces no la había conocido ni yo.

- A escondidas - es lo único que soy capaz de decir. Ver cosas nuevas de mi hija de aquel momento, era como clavarme agujas en una herida abierta.

- Leonor, mi mujer... ella es... diferente.

- Sigue - le digo casi obligándole a continuar mientras me pongo en pie para dirigirme al mueble donde guardo la artillería pesada.

- Leonor es más fría, siempre lo ha sido.

- ¿Bebes? ¿Fumas? - pregunto señalando una de las caras botellas de wisky que tenía para las reuniones con mis socios.

- Un trago - contesta. Yo asiento y comienzo a servirlo mientras coloco un cigarro entre mis labios y lo enciendo.

- Toma- le extiendo el vaso. Él lo coge y me agradece con un gesto de cabeza sin dejar de mirar el mechero que tengo en la mano. Parece que va a decir algo, pero por suerte se lo calla. A estas alturas, a mí edad y con el poco derecho que tenía ese hombre sobre mí, cualquier comentario que pudiera decirme al respecto, podría ser destruido en cuestión de segundos.

- Leonor, la madre de Mía... sé que no ha hecho las cosas bien. Sé que yo tampoco las he hecho bien como padre, pero mi mujer no está bien, y yo sabía de sobra que Mía podía seguir sola. Leonor no.

- ¿No está bien de qué? ¿Por qué? ¿Qué excusa es esa para darle la espalda a una hija cuando más lo necesita? - pregunto mientras le doy una calada a mi cigarro. Era la primera vez que fumaba dentro de mi despacho, pero la ocasión lo merecía.

- Tú tampoco estuviste cuando Mía más lo necesitaba - me reprocha antes de darle un trago a su copa.

- Sí pero lo mío no fue por gusto, créame.

- ¿Porqué tendría que hacerlo? - siento un escalofrío recorrerme por todo el cuerpo y mis ganas de meterle un puñetazo en la boca aumentando a un ritmo descomunal.

- Porque quiero ha su hija, porque hemos formado una familia, tendremos más hijos, vivimos juntos, nos vamos a casar y es la mujer de mi vida. ¿Necesita más motivos?

Se ha quedado callado. Quieto. Estático. Me está observando, casi que analizando diría yo.

- Mi mujer tuvo una infancia nefasta, y como consecuente, una relación nula con sus padres. Nos enamoramos siendo muy jóvenes y fuimos muy felices durante mucho tiempo. Ella se centró en ella, en cuidar su cuerpo, su aspecto y su imagen hacia los demás. Y yo estaba bien con ello, trabajábamos juntos y hacíamos dinero como para vivir mucho más que bien. Yo tenía a una mujer guapa a mi lado, que además me complementaba en numerosas cosas. Y ella me quería, me quiere.

- Ve al grano - le digo de mala gana. No estoy aquí para que me cuenten cuentos cursis de niñatos diciéndose que se quieren. Estoy esperando a que suelte lo que tiene que contarme.

- Cuando se quedó embarazada de Mía quiso abortar, ella no quería tener hijos. Pero no lo hizo por mí, porque yo sí que quería ser padre. Esa es la razón por la que Mía no tiene ningún hermano o hermana, y su madre se lo ha hecho saber miles de veces. Ella iba a ser la única primogénita y tendría que acostumbrarse a ello.

- Yo también tuve una preadolescencia de mierda, y no trató así a mis hijos.

- Porque tu eres mucho más valiente que mi mujer. Leonor tiene un trauma con su pasado que probablemente no vaya  arreglar nunca. A ella solo le preocupa su cuerpo física y mentalmente, y se relaja porque sabe que a Mía la cuido yo.

- Cuidaba - susurro.

-Cuidaba. El caso es que Leonor nunca ha sabido ejercer como una madre cariñosa y ejemplar, más bien siempre ha sido fría. Excepto en algún que otro preciso momento, en el que Mía le hacía sentir tan orgullosa, que su vena cariñosa afloraba.

- Sé lo que es eso. Mía haría bueno hasta al más malo de la película - interrumpo mientras apago el cigarro en el cenicero sin dejar de mirarle.

- El caso es que cuando Mía nos contó que estaba embarazada, Leonor volvió a recordar muchos de los recuerdos que tenía enterrados. También se empecinó con la idea de que la gente iba a comentar, y eso ella en su vida no lo iba a tolerar. Mataría a cualquiera por mantener el nombre y la imagen de nuestra familia limpia.

Dios mío, si esa mujer supiera lo que su propia hija ha sido capaz de hacer por mí con sus propias manos..

- ¿Y tú? ¿Cual es tú excusa?

- Si apoyaba a Mía, Leonor se hundiría. Dejaría de ser ella y nuestra familia recibiría las peores críticas posibles. Lo único que pude hacer fue apoyarla económicamente.

-Ya...

- Marcos, me creas o no, yo quiero a mi hija, pero nosotros nos movemos en un entorno lleno de gente de élite. Gente con poder, gente mala. Mía está mejor alejada de todo eso.

- Así que en resumen, mi suegra es una mujer loca, estirada y depresiva. Y mi suegro es un cobarde que elige entre su mujer y su hija.

- No te pases de listo conmigo Rodríguez, sigo siendo tu suegro - me dice mientras me señala con el dedo corazón. Y yo suelto una carcajada en su cara.

- Tú solo trata de solucionar las cosas en la medida de lo posible cuando estes frente a mi mujer, porque sino te mato. Y no es ninguna forma retórica de hablar.

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora