Cena con papá y mamá.

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#Mía

- ¡Apolo Reyes! ¡Si me sigues poniendo de los nervios juro que colgaré! - le grito a mi amigo a través de la pantalla mientras doy una vuelta sobre mi misma para que me vea.

- Me adoras, ¿es que acaso te piensas que podrías vivir sin mí?

- ¿Qué tal este? - pregunto ignorando su comentario y mirándome al espejo por enésima vez desde que empezamos la videollamada. Me gustaba este traje de dos piezas blanco, lo tenía reservado para alguna entrevista de trabajo. Era el look perfecto para causar impresión.

- El traje me parece muy bien, el blanco desde luego es uno de tus colores. Pero tú pelo, cariño...

Oh no, aquí viene.

-¿Qué le pasa mi pelo? - pregunto tocándomelo. Me gustaba mi pelo así tal cual, y a Marcos también.

- ¿Qué qué le pasa? ¿Quién eres? ¿Cheer? ¿Naomi Campbell? ¿Porqué tan largo?

-Porque me gusta.

- Mas bien porque a ti te gusta, pero a tu hombre neanderthal le encanta, ¿eh? - me río ante sus palabras- ¡Podría ponerme caliente solo de pensar en ese hombretón tirándome del pelo a mí también!

- ¡Polo!

Él se ríe a carcajadas. Dios mío, si Marcos le escucha hablar así de él es capaz de romper el móvil con tal de entrar en la llamada y darle algún que otro puñetazo. Estoy segura de ello.

- Bueno nena, me tengo que ir que Matthew viene a recogerme para que vayamos a comer en diez minutos.

- Nos vemos, ¡dale muchos besos de mi parte a Matt!

- ¡Créeme que lo haré, swaty! - me río- tu dáselos a mi niña, seguro que me echa de menos.

- ¿Nena? ¿Con quién estás hablando? - escucho a lo lejos.

- Uhhhh... cachitas celoso modo on. ¡Me encanta! ¡Voy a quedarme un poco más por aquí, pon el móvil donde no se vea, amiga! - exclama Polo de lo más entusiasmado.

- Nos vemos, ¡salido!

#Fin de la llamada.

- ¿Otra vez te ha llamado Polo? - me pregunta Marcos apoyado en la puerta de nuestra habitación. Viene completamente sudado de jugar en el jardín con los niños.

- ¿Ya has convertido a Olivia en una niña competitiva como tú? - le digo de broma.

- Solo le enseñó a dar lo mejor de ella. No me cambies de tema, ¿porqué habláis tanto? ¿Le hablas de mí?

- Le habló de todo, cielo - contesto poniendo el traje que me voy a poner sobre la cama bajo su atenta mirada.

- ¿De verdad es gay? ¿O es solo una tapadera para acercarse a tías como tú?

Me giro sorprendida en su dirección y me entretengo en analizar sus facciones para ver si está de broma o no. Y no lo está. Y no lo entiendo, porque aunque mi amigo no sea ninguna "reinona", cualquiera se daría cuenta de su orientación sexual con solo escucharle.

- Creía que estabas de broma.

- Voy a ducharme.

- Dame un beso - le digo frenándole el paso hacia el baño. Él no tarda en rodearme la cintura con su mano y acercarme a él.

- Mejor me voy - susurra con la voz ronca, poniéndome de lo más triste. Sé que no tenemos tiempo para eso.

Él se mete en la ducha, yo le doy de comer a Evan y me aseguro de dejar todo lo necesario en un bolso para Eva, quien viene a recogerlos encantada con la idea. Me despido de Olivia con un beso y les despido con mi mano desde la entrada mientras me dicen adiós por las ventanas del coche.
Para cuando el segurata cierra el portón, Marcos ya se ha duchado y vestido. Así que aprovecho para hacer lo mismo yo también.

- Están aquí - anuncia mi hombre asomando la cabeza por la entrada de nuestra habitación. Yo dejo el peine sobre él tocado y me miro una vez más al espejo para ayudarme a coger fuerzas. No ha empezado la cena y ya tengo ganas de vomitar.

- Vamos - contesto poniéndome en pie. Marcos me mira de arriba abajo, puedo ver cuanto le gusta mi apariencia en este momento. Pero no podemos, ninguno tiene tiempo para empezar con eso ahora.

Para mí suerte, Marcos no duda en tomarme de la mano cuando llego hasta él. No dice nada, y yo tampoco, simplemente sale escaleras abajo de lo más serio y conmigo detrás como si fuese mi guardaespaldas o algo así. Sin embargo, un escalofrío recorre todo mi cuerpo en cuanto miso el último escalón.

- Mamá.

- ¡Mía! ¡Hija! - exclama mi padre llegando hasta mi con los brazos abiertos. Yo le recibo instantáneamente aún con mi mano y la de mi hombre entrelazadas, parece que no está dispuesto a soltarme en toda la noche.

- Hola hija - suelta mi madre de lo más distante mientras me da nos besos en el aire.

- Encantado señor y señora Hills, soy Marcos Rodríguez, padre de sus nietos y futuro esposo de su hija. - Me aguantó las ganas de soltar una carcajada delante de ellos al escuchar a Marcos hablar así, pero se me quitan de repente cuando veo la mirada de desparecio con la que mi madre le observa.

- Hector y Leonor Hills, un gusto - responde mi padre estrechando manos con él. Suerte que no empiezan con el pie izquierdo ninguno de los dos.

- Vamos a comer, la cena ya debe estar lista - suelto algo nerviosa cuando se implanta el silencio entre los cuatro. Marcos me mira de reojo, sé que está comprobando mi estado, pero no aparto la mirada de mis padres.

- Por aquí - pronuncia mi hombre arrastrándome a su lado. Mi madre se da cuenta de eso enseguida, no puede apartar la mirada de nuestras manos entrelazadas.

- ¿Y los niños? ¿Porqué no están aquí? - pregunta mi padre- teníamos muchas ganas de verlos.

- Están con sus abuelos - susurro mientras mientras me siento en mi sitio esperando a que Carmen sirva mi plato.

- ¡Nosotros también somos sus abuelos! - suelta mi madre de lo más ofendida sin dejar de mirarme.

- Leonor, vamos a comer.

Casi vomito al escucharlo. Mi padre me quería, a su manera pero lo hacía. El problema era que le gustaba ser el perrito faldero de mi madre.

- Ya tendrán tiempo para conocerlos - interviene Marcos esta vez, que no me ha soltado la mano en ningún momento.

- ¿Vendréis a mi boda? - pregunto mirándola fijamente a ella.

- No lo creo, no creo que estemos aquí para ese entonces. Tenemos mucho trabajo del que ocuparnos - responde. El corazón se me encoge y la impotencia se convierte en un nudo en la garganta que está apunto de ahogarme.

-Papa - susurro. Pero él solo mira a mi marido y agacha la cabeza - ¡¿Entonces para que habéis venido? ¿Porque os habéis molestado siquiera en venir a mi casa?

- Tenemos un negocio muy importante que cerrar con la empresa de tu marido, querida.

- Eso no es cierto, yo no he hecho ningún negocio con ustedes.

- Tú no, pero tu hermano y socio sí.

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora