¿Eso es una disculpa?

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#Mía

- Nena despierta, son ya las doce de la mañana - escucho decir a Marcos mientras me da besos en el hombro desnudo haciéndome sonreír.

- Me duele mucho la cabeza - le digo abriendo los ojos lentamente para encontrármelo ya vestido y perfectamente acicalado.

Seguiría toda mi vida sin creerme que ese hombre fuese mío.

- No sé que te esperabas, anoche cuando llegaste parecías un gusano moviéndote de lado a lado, intentando mantener el equilibrio sobre los tacones - me dice con su sonrisa de arrogante. Esta mañana se ha levantado de lo más feliz.

- No te escuché quejarte mientras me follabas contra la pared y me decías que me querías, tampoco cuando lo hicimos en la cama ni... - me interrumpe.

- Te has levantado hoy graciosa, ¿eh? - me dice divertido.

Le sonrío con la mejor de mis sonrisas mañaneras antes de morderme el labio inferior mientras me pierdo en su cuerpo. Por más que lo negase, sabía que a él le encantaba que le hablase como si no tuviera la más mínima vergüenza. Casi tanto como me gustaba a mí que lo hiciera él.

- Dame un beso -le digo con voz de niña y cara de cachorrito.

- Gánatelo.

- Dame un beso - le repito suavemente.

- Gánatelo, cielo - me vuelve a repetir con aires de autosuficiencia. Entonces lo tengo claro, me deshago lentamente de las sábanas que cubren mi desnudo cuerpo mientras le observo tragar fuerte. ¿No era esto lo que quería?

- ¿Crees que me lo estoy ganando, cielo? -le susurro sobre sus labios sentada en mis rodillas.

- Puede - responde él uniendo sus labios con los míos hasta tal punto que nuestros labios se buscan frenéticamente mientras sus manos buscan con ansias mi cuerpo. Y yo me separo rápidamente.

-Tengo que ducharme - anuncio poniéndome en pie ante su ardiente mirada. Su amigo ya se ha puesto contento y ahora parece que se le vayan a explotar los pantalones.

- ¿Qué? ¿Nena porqué? ¿De verdad me vas a dejar así? - se queja desesperadamente mientras señala su entrepierna. Yo me giro para mirarle detenidamente antes de entrar al baño.

- Me encanta el sexo y me alegro de haber tenido esta noche contigo, pero me acuerdo de lo que me dijiste ayer y de cómo me hablaste antes de que me fuese a la despedida.

- ¿Enserio Mía? - me dice sin poder creerlo. Y acto seguido se marcha frustrado de la habitación.

- Te dije que eso te iba a costar caro, cielo - susurro para mí misma mientras me meto en la ducha como si él pudiera oírme.

Me meto lentamente en la ducha mientras el agua caliente cae sobre mi cuerpo. Todavía podía sentir sus manos acariciándome y pegándome a él, todavía tengo la sengación de sus fuertes besos sobre mis labios... Marcos conocía tan bien todo lo que me gustaba, que a veces parecía incluso surrealista. Y dándole vueltas a él y a mi temperamento, me permito pensar en si me he pasado con él o no al decirle que se marchase. Sabía que le jodía que le dejase así,  con las ganas. Así como el sabía perfectamente lo mucho que me dolía hablar de la escasa y patética relación que mantengo con mis padres, y no le había importado. Porque a pesar de lo mala que fuese la relación con ellos, me unía mucho más que la sangre y los recuerdos, y yo tenía la esperanza de poder llegar a arreglar las cosas con ellos algún día... que me volvieran a querer como yo les quería. Así que después de la increíble noche que habíamos tenido, ahora Marcos y yo estábamos completamente empatados. Solo quería escucharle pedirme perdón, creo que no estaba pidiendo tanto.

- ¡¿Mía?! - escucho decir a Lili desde la entrada de la habitación.

- ¡Sí, dime! ¡Estoy en el baño!

- Me ha dicho Marcos que te avise y que no te tardes, que vamos a desayunar todos juntos en el jardín.

- ¡Vale! ¡Gracias Li! - le digo en voz alta para que pueda escucharme. Pero me arrepiento enseguida cuando me da un fuerte dolor de cabeza al escucharme. Dios mío, ¿tanto había bebido anoche o es que mi cuerpo ya no toleraba nada de esto?

Me entretengo en dejar caer el agua caliente por mi cabeza mientras me lavo el pelo con champú y mascarilla, después me enjabono el cuerpo y lo limpio todo como si de las manos de mi marido se tratase. Salgo de la ducha, me seco, me seco el pelo con el secador, me maquillo mínimamente, elijo mi ropa, me decanto por unos pantalones vaqueros agarradnos a la cintura y sueltos por la pierna, un jersey marrón y unas botas a juego. Lista, preparada y contenta con el resultado de mi outfit, bajo las escaleras pensando en el hambre que debe tener mi bebé. Pero para cuando salgo al jardín y los veo a todos hablando y riendo mientras comen, me fijo en Marcos, que esté dándole uno de los biberones que deje ayer en la nevera a Evan.

- ¡Eh, Mía! ¡¿Qué le has hecho a nuestro chico?! ¡¿Lo estáis viendo?! - dice Emett riéndose a carcajadas mientras que Alison a su lado, se lleva la mano a la cabeza como si le hubiera dado un gran dolor. Te entiendo amiga, te entiendo.

- Te hemos cogido algo de ropa - me dice Lili parándome el paso desde su silla. Yo asiento amable, fijándome en que es cierto. Todas van vestidas con mi ropa.

-Isabella, tienes que comer.

Me giro para ver a Ryan intentando darle el biberón a su hija tal y como lo está haciendo Marcos con Evan, pero me parece que a nuestro amigo le está costando un poco más de lo que pensábamos esto de ser padre primerizo.

- Ryan, déjamela a mi. No lo estás haciendo bien - interviene Lili con pena. Pobre, sé lo que se siente, hay que tener paciencia con ellos.

Avanzó sonriendo con el fin de que no me escuchen, hasta que llego a mi hija, quien está en brazos de su tío comiendo feliz mientras se hacen bromas entre ellos. Dios mío, verle a ellos dos juntos en un simple desayuno me trae tantísimos recuerdos...

- Buenos días mi amor - le digo a mi hija mientras le dejo miles de besos en la mejilla y se ríe.

- Hola mami.

- Hola nena- me dice mi amigo dejando un beso en mi mejilla también y susurrándome al oído- No sé lo que le has hecho a tu hombre, pero arréglalo ya porque él pobre está raro... afectado.

Yo me río para mis adentros y asiento felizmente. Si él supiera....
Me reincorporo para seguir rodeando la mesa hasta llegar al lado de Marcos, quien ha pesar de estar "enfadado" conmigo, se ha encargado de guardarme un sitio a su lado y de ponerme un plato de frutas para desayunar. Tal y como a mí me gusta.

- Hola - susurro mirándole a los ojos. Pero él no dice nada, solo me observa mientras le dejo un beso en la cabeza a nuestro hijo, quien se está quedando poco a poco dormido mientras come.

- Sabes que no quería hablar de eso, sé que la cagué cuando hablé de tus padres - me dice mientras deja lo que ha quedado del biberón en la mesa. Evan ya está nuevamente dormido.

- ¿Eso es una disculpa?

-Lo es -me dice a un tono en el que solo podemos escucharnos nosotros dos. Entonces sonrío y uno mis labios con los suyos. No valía la pena estar mal con él.

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora