No quiero que mami esté triste.

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#Marcos

No pude aguantar ni un solo segundo más en la casa sin saber que cojones hacer, porque Mía no iba a querer perdonarme justo después de enfadarnos. Y la verdad es que a mí no me apetecía en lo más mínimo tener que arrastrarme para rogarle perdón por algo que ni yo mismo había hecho. No debía haberse metido en medio, no debía de meter las narices donde no le importaban... y mucho menos cuando se trataba de Raúl.
Cuatro copas más tarde y con el tanque de gasolina vacío, regresé a la casa pensando en lo mucho que se había torcido mi día. Me levante y todo estaba bien, mi madre en mi casa, Ramón haciendo vida familiar, mis hijos felices, mi mujer sonriendo... todo se iba a la mierda cuando mi hermano se metía de por medio. Había sido así desde que éramos unos críos, nunca me había aportado nada más que carga sobre mis hombros. Y algo me decía que esta vez no iba a ser diferente.

-¡Estoy en casa! - digo cuando abro la puerta esperando escuchar la respuesta de mi mujer, pero no consigo nada más que una dulce voz en el salón.

- Hola papi - me dice Olivia mientras colorea un dibujo tumbada en la alfombra.

Verla allí tan inocente, comportándose como la niña que es, me hace sentir un completo miserable. Había estado bebiendo toda la tarde, ni siquiera había llegado a comer con ellos. Y aunque ni estaba borracho ni olía a alcohol, sabía que por ahí se empezaba, y eso no era lo que quería para mis hijos. Tampoco para mí mujer.

-¿Y mamá? - le digo agachándome para dejarle un beso en la mejilla.

-Arriba, se está vistiendo para irse con sus amigas.

-Vale cielo, gracias. Por cierto, me encanta tu dibujo, es precioso.

- Es un dibujo de navidad papá - contesta ella mostrándome el Papá Noel que está coloreando.

- Pues está muy bien, hija - le digo antes de darme media vuelta para marcharme del salón, pero el tono triste de su voz llamándome nuevamente me hace girarme a la velocidad de la luz.

- Papi.

- ¿Que pasa cariño? - le pregunto desde mi posición. ¿Porqué no está Mía aquí?, ella es la que sabe tratar estos temas. Yo apenas puedo ver a mi hija así. ¿Qué quiere para estar bien? ¿Le compro un pony para que vuelva a reír? ¿Un caballo?, lo mismo un viaje a Disney, ¿qué niño no sueña con ir a Disney?

- He escuchado a mami llorando, y en el almuerzo estaba muy triste. No quiero que mami esté triste.

Y sus palabras me dan justo en lo más profundo de mi ser. Si ya me dolía saber que Mía estaba mal, ver a mi hija sufrir por ello era casi la muerte. Así que como el buen padre que trato de ser, me acerco a mi hija y me pongo en cuclillas hasta quedar a su altura para cogerle de la barbilla y decirle:

- Voy a hablar con mami y voy a arreglar las cosas, ¿vale?. Te juro que mamá va a estar bien, tú no te preocupes. Lo prometo - le digo llevándome dos dedos al pecho para demostrar mi promesa, ella hace lo mismo con los suyos gratamente contentada. Era nuestro gesto, nuestra forma de demostrar que lo que decíamos era verdad. Era algo nuestro, solo de padre e hija... y a Olivia le encantaba.

-Vale papi. - Sonrío antes de dejarle uno y mil besos en sus mejillas hasta oírle quejándose porque pare. Me encantaba. Y me levanté sabiendo que por lo menos había conseguido cambiar el humor de Olivia. Pero sin embargo, cuando llegué a nuestra habitación...

- Ya está cielo- le susurraba Mía a Evan en la cuna. Ella no hizo ni por mirarme a pesar de que yo sabía que me había visto entrar.

- ¿Esto es enserio? - le digo con los brazos de par en par mientras veo como se mueve de un lado al otro en toalla por la habitación - ¿De verdad no piensas dirigirme la palabra?

- No te lo mereces - me suelta completamente enfadada. Joder, ¿de verdad ha sido para tanto?

- Venga ya, tampoco ha sido para tanto -le digo intentando quitarle importancia al tema, pero ella me fulmina con la mirada al instante. Joder, sí que la he cagado.

- Asegúrate de que los niños estén dormidos antes de las diez - es lo único que me dice mientras se sienta en su tocador a maquillarse.

Joder, la cosa va enserio.

- Mía, escúchame. Sé que siempre la cago y que siempre te estoy pidiendo perdón pero esta vez creo que eres tú la que estás sacando las cosas de contexto. El problema iba con mi madre, tú no deberías de haberte metido en medio - le intento explicar para hacerle entrar en razón.

- Estás siendo un hipócrita, Marcos - me suelta con cara de asco a través del espejo.

¿Qué? ¿Pero se puede saber que cojones he hecho yo ahora? ¿Porqué no puede darse cuenta de que por una vez es ella la que se equivoca? ¿Es que acaso siempre iba a tener que tener la culpa yo por ser el malo? ¿Es que siempre iba a ser ella la buena de la película? ¿Esto era lo que me esperaba en el matrimonio?

- No, Mía. No intentes darle la vuelta al asunto. ¡Mi hermano es un carbronazo que solo viene a hacer el paripé para que le den dinero! ¡Y en cuanto le den lo que busca se largará de nuevo dejándonos a todos sintiéndonos como una mierda! ¡Porque así es él! ¡Es un cabronazo y mi madre necesita a alguien que se lo recuerde!

- ¡Pero es que ese alguien no deberías ser tú! ¡Marcos, tú también eres su hijo eso le duele! - me grita como una energúmena alterada.

- ¡¿Qué no debo ser yo?! ¡¿Ah no?! ¡¿Y entonces quien coño se lo dice?! - le digo a todo pulmón con ganas de romper algo. ¡Joder!

- ¡Ella sola debe darse cuenta Marcos! ¡Ella sola debe de solucionar sus problemas!

- ¡Pues no pienso permitirlo porque para ese entonces nosotros ya estaremos en la ruina! ¡Y si eso es lo que quieres, haya tú! ¡Yo no pienso dejar que un imbécil arrastre el futuro de mis hijos! ¡Aunque lleve mi sangre!

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora