#Mía- Lo siento Marcos. Pero por mucho que te duela, Raúl sigue siendo mi hijo al igual que vosotros tres. No me puedes pedir que deje a tu hermano en la calle por algo que pasó hace tanto tiempo.
Me quedo atónita con la respuesta tan tajante de mi suegra hacia mi hombre. Ni en mis peores sueños habría imaginado que Eva podía llegar a ser capaz de dirigirse así a Marcos, que era su talón de Aquiles. Pero supongo que ahora que soy madre puedo llegar a entenderlo un poco, a ninguna madre le gusta dejar de lado a un hijo... aunque sea la peor persona del mundo.
- ¡¿Lo que pasó hace mucho tiempo?! ¡Mamá tu hijo se largo de casa en cuanto tuvo oportunidad! ¡Sin importarle nada más que el dinero! ¡Ni siquiera tú!
Y entonces me doy cuenta de que Marcos ha cruzado la línea roja. Evan se ha despertado por los gritos de su padre, mi suegra está llorando a mis espaldas sin saber que hacer, los niños han dejado de jugar para observar que está pasando desde el jardín, yo no sé qué hacer...
- Shh -le susurro a mi niño para que se calme sin dejar de mirar a Marcos. No estoy dispuesta a dejar que le diga una sola palabra más a Eva.
- Ya está, nos vamos - suelta Ramón de repente sorprendiéndonos a todos. Él avanza hasta donde está Eva para tomarla de la mano y sacarla de allí.
- Mamá- susurra Marcos, pero mi suegra sale del salón sollozando. Y se me parte el alma al verla así, no puedo ver sufrir a Eva. Ni aunque haya sido el amor de mi vida el causante de su llanto, no lo soporto.
- Eva, espera - le digo avanzando hasta ella y cogiéndole del brazo.
- Lili, Tomi, despediros que nos vamos - escucho decir a Ramón.
- Lo siento, no quiero que os vayáis así. Podemos hablar las cosas.
Mi suegra intenta contestarme, pero cuando abre la boca para hablar, lo único que sale de ella es un sollozo. Niega con la cabeza una y otra vez dándome a entender que no puede hablar y se marcha con Ramón de la mano. Por una vez Marcos se ha pasado con alguien y no era conmigo, pero casi que lo hubiera preferido.
- Adiós Mía -susurra Tomi cuando pasa por mi lado.
- Adiós- dice Liliana antes de unirse a su hermano. Ni siquiera se han despedido de nosotros o de los niños...
Cierro la puerta con la mayor resignación posible. Sabía que ahora iba a tener que lidiar con un Marcos aún furioso, con la mecha corta y nuestros hijos delante. No sabía si estaba preparada para ello, así que lo primero que hago antes de girarme para darle la cara es sacarlos a ellos de allí.
- ¡Carmen!
- Si, señorita Mía - dice apareciendo al segundo como siempre.
-Llévate a los niños de aquí por favor. Olivia tiene deberes que hacer.
- ¡Pero mamá es sábado! - yo le lanzo una mirada de reproche. Para ese entonces Marcos ya ha salido al jardín a fumarse otro cigarro.
- Claro señora.
-Tome - le digo poniendo a mi hijo en sus brazos con el mayor cariño del mundo.
- Mamá - me dice Olivia antes de salir del salón de la mano de Carmen.
- Dime cielo.
- ¿Papá y tú os vais a pelear? - pregunta con tristeza haciendo que mi corazón se encoja como respuesta. Esto no, esto ya sí que no lo iba a permitir en mi casa. Mi hija no iba a crecer viendo esto.
- No cariño, tu padre y yo vamos a hablar como lo hemos hecho siempre. Ya verás que luego cuando bajes ya estará riendo y querrá jugar contigo.
- Vale - responde encogiéndose de hombros como si nada. Yo le dejo un fuerte beso en la mejilla y suspiro en cuanto les veo desaparecer por las escaleras, por poco.
Cojo aire y respiro lentamente tres veces antes de salir al jardín a hablar con mi hombre, quien me está dando la espalda ahora mismo. Pero ni siquiera me da tiempo de llegar hacia donde él está cuando dice algo que me hace frenar mi paso en seco.
- No sé te ocurra venir a darme una de tus muchas lecciones de vida, Mía. Esto no va contigo.
Me quedo fría, helada más bien. ¿Desde cuando se ve con el derecho de hablarme así? ¿Quién se cree que soy? ¿Uno de sus muchos empleados a los que le puede hablar como le dé la gana?
- Para tu información, sí que va conmigo. Va, y además va mucho - le digo sin vacilar ni un solo instante. Nunca me he achantado ante él, no pienso hacerlo ahora.
- ¿Ah si? ¿Y porqué a ver? - dice chuleando mientras se gira hasta quedar cara a cara conmigo. Y al instante lo veo, lo veo en sus ojos, tiene ganas de pelear, está sediento por alimentar su ira con algo y ese algo voy a ser yo.
- Pues porque sabes lo mucho que significa tu madre para mí. Y no voy a dejar que le vuelvas a hablar así ni que le hagas sentir como lo has hecho hace unos minutos. No lo pienso permitir.
- Ya, claro - dice expulsando el humo por su boca - Mira Mía, tú misma lo has dicho. Mi madre, estás hablando de mis problemas con mi madre, no la tuya. Así que cuando la tuya se encargue de hacerte un poco de caso, entonces me cuentas de cómo tengo que comportarme o no con la mía.
Parpadeo dos veces para asegurarme de que es verdad lo que estoy viviendo y que no son sólo imaginaciones mías. En cuanto me doy cuenta de que Marcos acaba de decir lo que creo que acaba de decir, niego con la cabeza sin poder creerlo. Sabe lo mucho que me cuesta hablar de este tema, y se está comportando como un cabrón por ello. No se podía caer más bajo.
- Esto te va a costar mucho arreglarlo, Marcos. Mucho.
Y dicho esto me doy media vuelta y me voy. Hasta aquí la discusión de hoy.
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TUYA (III)
RomanceTERCERA PARTE DE "Eres mía, preciosa" Después de todo lo sucedido en la vida de Mía y de Marcos, parece que el amor ha ganado... ¿O todavía es muy pronto para saberlo? Atención. Esta es una novela hecha única y exclusivamente por mí, no se admite e...