Yo más, preciosa.

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#Mía

Hago lo que me dice. Sigo todas y cada una de sus indicaciones mientras siento como mis partes se humedecen cada vez más y más mientras escucho a Marcos hablándome sucio al oído.

- Marcos, la casa está llena- le digo susurrando mientras escucho como se desabrocha la hebilla del cinturón para a continuación bajarse los pantalones.

- ¿Y? - me suelta como si nada. Podría jurar que ahora mismo está sonriendo como nadie. Era un hombre tan arrogante, tan firme, tan seguro de todo lo que hacía y decía...

- Pues que nos pueden escuchar, que no podemos hacer mucho ruido - contesto a punto de darme la vuelta para quedar cara a cara con él. Pero él es mucho más rápido que yo, y enseguida levanta la mano para cogerme de la nuca y pegar mi cara nuevamente a la pared. Y enseguida entiendo el porqué de sus prisas.

- Si no quieres que nos escuchen cielo... - susurra en mi oído mientras siento todo su miembro rozándome los cachetes. Está jugando conmigo, está disfrutando porque sabe lo mucho que me gusta esto, lo mucho que me encanta cuando me provoca.

-Marcos - susurro inclinando mi trasero hacia él. ¿Porqué cojones no lo hace ya?

- Si no quieres que nos escuchen, procura no gritar, nena.

Y en cuestión de segundos Marcos introduce su miembro en mi interior de golpe. Duro, sin previo aviso. Como nos gusta a los dos. Sexo sucio, salvaje, guarro. Me retuerzo cuando lo noto dentro, mis paredes le abrazan, él está durísimo y yo tengo los ojos en blanco mientras ambos nos movemos hacia delante y hacia atrás.

- Ahh - se me escapa.

- Shhh, nena.

Él lleva su mano a mi boca e introduce dos de sus dedos en ella sin dejar de morderse. La situación se vuelve de un momento a otro casi que pornosa, nuestros amigos abajo hablando de sus cosas y nosotros aquí haciendo el amor como los céreos que éramos. Él sabía lo que me gustaba, como me gustaba, y cuando me gustaba, y además se aprovechaba de ello.

- Umm - murmuro mientras juego con sus dedos en mi boca.

- Joder - suelta con tono de frustración.

- ¿Qué haces? - le digo inmediatamente cuando noto como la está sacando. Muevo mi trasero hacia atrás para volver a introducirla y le escucho descojonarse.

-Eres increíble.

Sale de mí de un tirón, haciéndome gemir en el acto. Me pone en pie y de cara a él para comerme la boca como si no hubiera un mañana mientras mete los dedos, que hace dos segundos estaban en mi boca, de nuevo en mi interior y los mueve frenéticamente.

- Marcos - digo alzando la voz inconscientemente.

- Nena, baja la voz o tendré que volver a castigarte.

Y de repente caigo de espaldas a la cama. ¿En qué momento hemos llegado hasta aquí?

- Umm - gimo mientras me muevo hasta quedar sobre él.

- ¿Esto es lo que quieres cielo? ¿Esto es lo que estabas buscando? - me dice con toda la arrogancia del mundo mientras sonríe sobre mis labios. Maldito capullo arrogante que me vuelve loca.

- Creo que ahora me toca a mí.

Me lanzo a sus labios para besarlos profundamente antes de seguir bajando por su cuello y dejarle una cadena de besos húmedos desde el ombligo hasta su miembro. Me entretengo por el alrededor, sabiendo cuanto le va a provocar eso. Sonrío cuando le escucho gemir. Y a continuación lo cojo con una mano para pasar toda la punta de mi lengua por el prepucio, rodeándolo mientras mantenemos el contacto visual antes de introducirme lo en la boca. Una, dos, tres veces, tres profundas veces hasta escucharle maldecir cuando me la saco de la boca y me pongo en pie.

- Joder Mía, ¿qué cojones me estás haciendo nena?

Se tira del pelo hacia atrás frustrado antes de intentar reincorporarse para llegar hasta mí. Pero yo soy más rápida y avanzó hacia él poniendo primero una pierna a un lado de su cadera, y luego la otra. Encima, piel con piel, pero sin dejar que avance. Ahora le castigo yo a él.

-Llegó el mejor momento - le susurro sobre sus labios antes de coger su polla entre mis manos e introducirme la de golpe en mi interior.

- Joder.

Eso es campeón. Sé que estás contento, sé que te ha gustado.
Comencé a mover mis caderas suavemente sobre su cuerpo mientras ambos gemíamos. Primero lento, suave, con besos intercalados entre gemidos. Hasta que decidí aumentar el ritmo...

- ¡Ahhh!

- Joder Mía.

-Lo sé.

- Me estás volviendo loco - Toda la pelea de hoy se había esfumado de un momento a otro, todas mis inseguridades mientras el chico me bailaba... ahora solo éramos Marcos y yo en la cama, como siempre.

- Marcos - gimoteo mientras me muevo de arriba abajo una y otra vez. Él me mira, se mete un pecho en la boca mientras juega con su mano y mi otro pezón.

-Estás tan mojada...

Nuestros cuerpos encajaban a la perfección y hacían un ruido mucho más que excitante al chocar. Yo estaba ardiendo en deseo, cachonda mientras me movía sobre él. Marcos se encargaba de hacer que mis ojos se pusieran en blanco cada vez que su pene tocaba todas mis paredes.

- Dios - se me escapa cuando pierdo el sentido de lo que estoy haciendo.

Por suerte mi hombre se da cuenta y se encarga de darnos la vuelta rápidamente para ponerse sobre mí y comenzar a moverse como un loco, con fuerza mientras ambos gruñimos.

- Espérame - me pide.

Pero dudo si voy a poder hacerle caso en el mismo momento en que baja sus dedos para jugar con mi clítoris mientras mueve sus caderas una y otra vez y me besa con fuerza. Yo me agarro a las sábanas y pego mis labios a los suyos sabiendo lo que está por venir.

- Córrete.

Y lo hago, lo hacemos a la vez, sin dejar de movernos para aprovechar al máximo hasta el último momento de gloria. Y sé que hemos terminado cuando echa su peso sobre mí y me besa el cuello sin salir todavía de mí. Le abrazo y le dejo yo también un beso en la cabeza.
Estos éramos nosotros en todo nuestro esplendor, dos padres a punto de casarse, con celos, sexo, peleas y mucho amor.

- Te quiero.

- Yo más, preciosa.

-

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora