#Mía- Aquí estamos -anuncia Eva cuando para el coche frente a una preciosa tienda.
- ¿Qué es esto? - pregunto bajándome del coche tal y como hace ella.
- Ya lo verás - dice mientras le da las llaves del coche a un hombre mayor que parece ser un guardia de seguridad o algo así. Miro a nuestro alrededor para situarme un poco, las calles están tan llenas que parece que estoy nuevamente en Nueva York.
- Espera Eva.
- Vamos, querida.
Entonces Eva abre la puerta de la tienda, y todo lo que hay en ella me deslumbra por completo. Hay vestidos y vestidos de novias por todos lados, todos clasificados entre etiquetas de los diseñadores más prestigiosos del mundo. Los ojos se me hacen chiribitas cuando veo uno de ellos con una etiqueta de Vera Wang.
- Eva, ¿donde estamos? - le susurro a mi suegra sin poder creer lo que está haciendo.
- Te recomiendo no mirar mucho esos vestidos. Por mucha marca que tengan, ninguno se compara a los que hace mi amiga Claudia Ferrer. Ella sabrá cuál es el tuyo.
- ¿En qué momento has decidido traerme a buscar el vestido de mi boda? ¿Porqué nadie me ha consultado nada? - pregunto de lo más perdida, casi con tristeza. Y en cuanto mi suegra se da cuenta de mi estado, se gira para ponerse frente a mí y darme algunas palabras de aliento.
- Hablé con Marcos cuando me enteré de la fecha que había escogido. Le dije que tendrías que escoger tu vestido de novia ya porque después te harán pruebas y pruebas, y lo mismo cambias de opinión sobre algún detalle, engordas, adelgazadas, todavía tu cuerpo está en proceso de recuperación después del embarazo de Evan... son muchas cosas, Mía.
- Ya pero...
- Sé que te habría gustado invitar a Lili o a Polo, pero ninguno de los dos está en la ciudad. Y créeme que Marcos ha estado a punto de traer a tu amigo, cariño, pero tiene demasiado trabajo por lo que veo.
- Sí, en Nueva York siempre le ha ido bien - susurro con un nudo en el estómago.
- Mía, hija...mis crees que esto ha sido una mala idea, podemos irnos cuando quieras. No hay ningún problema con ello.
Es en ese mismo instante, cuando no puedo parar mis impulsos, y me lanzo hacia sus brazos para abrazarla mientras repito en mi mente: no quiero llorar, no quiero llorar, no quiero llorar.
- Claro que quiero elegir mi vestido de novia, estoy deseando casarme con tu hijo. Solo que me hubiera gustado que en un día como este, mi madre también estuviera aquí para vivirlo y que viera hasta donde he llegado.
- Ay cariño, por eso no te preocupes. Tú también eres mi hija - susurra con el mismo tono con el que consuelo yo a Olivia cuando llora. Con el tono de una madre.
- ¡Eva! ¡Amiga mía! ¡Qué alegría verte! - escuchamos a alguien exclamar por todo el local. Nosotras nos separamos rápidamente para ver de quién se trata, y yo me escondo unos segundo tras Eva para limpiarme las lágrimas de los ojos antes de saludar.
- ¡Claudia! - exclama mi suegra con una sonrisa de oreja a oreja.
Las dos mujeres se abrazan, lo que me permite fijarme en la similitud que hay entre ellas.
Ambas son mujeres mayores con aspecto cuidado, elegantes, bien vestidas. Aunque podría decir que Claudia era un poco más extravagante vistiendo que mi suegra, pero supongo que eso era lo que demandaba su profesión de diseñadora de alta costura. Destacar.- ¡No me digas que te vas a casar con por fin con Ramón! - exclama ella dando una palmada al mismo tiempo que me deja sorprendida. ¿Como de cercanas eran para que supiera de la existencia de mi suegro?
- ¡No! ¡No! ¡Que va! - asegura entre risas - Se casa mi hijo Marcos. Con Mía, mi nuera y nueva hija.
- Vaya, un placer conocerte. Debes de ser una mujer de los pies a la cabeza, ese chico no se ataría a cualquiera. A sus doce años ya paseaba con niñas de un lado a otro por la ciudad, me acuerdo como si fuera ayer.
- Sí, eso era propio de él - ambas mujeres se ríen, probablemente porque sepan que tengo razón.
- Bueno, vamos a ello. Cuéntame qué ideas tienes - pregunta la tal Claudia de lo más amable mientras nos dirige a otra habitación.
A partir de ahí todo se vuelve una locura. Eva aporta sus ideas y yo las mías, diferentes trabajadores llegan hasta donde yo estoy con vestidos y vestidos. Dos de ellos me ayudan a ponérmelos, a quitármelos y a andar para lucirlos. Eva se mantiene observándome y comentando sobre lo que le gusta y lo que no, desde un sillón atrás de mí y con un café en la mano. Me pruebo vestidos atados al cuello, con tirantes largos, con tirantes anchos, con manga media, manga corta... me pruebo tantos, que creo que he perdido la cuenta de cuantos llevo.
- ¿Como no te gusta ninguno Mía?, yo te veo espectacular con todos ellos - comenta mi suegra algo entristecida porque no me decido.
- Si no estuvieras prometida y te viese con ese vestido, yo no dudaría en casarme contigo - comenta uno de los chicos mientras me ajusta el talle. Yo me río mientras me vuelvo hacia mi suegra.
- Este vestido es bonito, todos son preciosos de verdad. Pero no creo que sea el indicado. Yo quiero un vestido que me haga sentir preciosa ese día, que haga a tu hijo babear cuando me vea.
Eva se ríe a carcajadas al oírme. Y de pronto, aparece Claudia Ferrer por la entrada de la habitación con un vestido en la mano y un gesto de orgullo y satisfacción en su cara mientras se dirige hacia mí. Lo observo entra sus brazos, blanco impoluto, algo escotado y sin encaje, de mangas largas, ceñido al cuerpo y con cola de sirena. A simple vista, parece de lo más sencillo, casi aburrido. Pero cuando me lo pruebo...
- Dios mío, Mía... parece que estuviera hecho para ti - susurra Eva llevándose las manos a la boca en un gesto de asombro.
- Traedle un velo, que sea largo por la espalda. Incluso más que la cola.
Yo la miro maravillada por lo que dice y ella me guiña un ojo antes de marcharse nuevamente, como si supiera lo que estaba buscando desde el primer momento. El chico de entes vuelve con el velo, y me lo coloca sobre la cabeza con cuidado. Es tan fino y tan transparente, que apenas se nota por delante, pero por detrás es tan largo que parece unirse con la cola y darle unos metros de más. Yo me miro una última vez al espejo imaginándome la reacción de Marcos cuando vaya a verme.
- Este es mi vestido, Eva.
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TUYA (III)
RomanceTERCERA PARTE DE "Eres mía, preciosa" Después de todo lo sucedido en la vida de Mía y de Marcos, parece que el amor ha ganado... ¿O todavía es muy pronto para saberlo? Atención. Esta es una novela hecha única y exclusivamente por mí, no se admite e...