—¿Estás segura de que no se van a enterar de esta fiesta? —le pregunté insegura a Marizza.
—Segurísima, lo tenemos todo controlado.
Los ilustrísimos de tercer año no habían tenido mejor idea que organizar una fiesta esa misma noche en el colegio. Al ser sábado, solo unos pocos profesores se encontraban allí, y aun así, habían conseguido mantenerlos entretenidos para que no nos pillaran. Era la mejor idea que hubieran podido tener, porque... ¿Quién se conformaría teniendo una fiesta en una discoteca el viernes, pudiendo tener dos fiestas seguidas en el mismo fin de semana? No tenían cabeza.
Aunque debía admitir que se lo habían currado bastante. Mía, que era la principal organizadora de la fiesta, pues decía que era la que mejor sabía decorar, había llenado la sala de estar de luces y artículos de fiesta. Había bastante gente, y a pesar de que habíamos decidido que solo era para alumnos de tercer año, también había algunos de cuarto y segundo.
La fiesta empezó como cualquier fiesta: al principio, todos tenían vergüenza y no se movían mucho. Pero, a medida que el tiempo avanzaba, la gente se iba soltando y bailaban libremente. Guido había traído una caja llena de alcohol y la mayoría ya iba con unos tragos de más. Aunque yo ni lo había probado: con ayer tenía más que suficiente.
—Está bien la fiesta, ¿no? —preguntó Tomás, situándose a mi lado a la vez que daba un gran trago a su cerveza.
—Sí, bueno. No está mal para haberla organizado en una mañana.
—Tenemos que hablar.
Me sorprendí ante la brusquedad de sus palabras. Sabía que él necesitaba aclarar un par de cosas, pero... No quería que este momento llegara. Y menos en un lugar como ese. Si teníamos que hablar de cosas serias, al menos hacerlo en un sitio calmado.
—Lo sé.
Tomás suspiró antes de exclamar:
—Fue un error.
—¿Qué?
—Eres increíble, Laia, y besas de maravilla, pero... Eso no debería haber pasado.
—Pero...
No entendía nada.
—Solo somos buenos amigos, al fin y al cabo.
Él mantenía la mirada perdida, aún no se había atrevido a mirarme. Y como vio que yo no respondía, siguió hablando.
—Además, a ti te gusta Pablo. Y a él también le gustas tú, así que no puedo interponerme.
—A ver, para empezar... A Pablo no le gusto.
—Y tanto que sí.
—No. Si le gustara no se habría besado con Vico.
—¡Pues no sé, Laia! ¡Tendrá sus motivos, yo qué sé!
ESTÁS LEYENDO
Inolvidable || Rebelde Way
Fanfiction(CORRIGIENDO) A Laia Martín y a su familia les sale la oportunidad de mudarse a Argentina por cuestiones laborales, la cual aceptan sin pensárselo mucho. Allí asistirá a un colegio pupilo lleno de gente adinerada y muy caprichosa; al principio no l...