(CORRIGIENDO)
A Laia Martín y a su familia les sale la oportunidad de mudarse a Argentina por cuestiones laborales, la cual aceptan sin pensárselo mucho.
Allí asistirá a un colegio pupilo lleno de gente adinerada y muy caprichosa; al principio no l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Rocco y yo nos quedamos mirando durante un par de segundos a Pablo, pensando bien la respuesta. Sin embargo, el rubio solamente me miraba a mí. Quería decirle que en realidad no éramos pareja ni estábamos liados, pero sabía que lo mejor era seguir un poco más con el cuento para que se diera cuenta de lo que había perdido. Además, a Rocco no parecía importarle y me había jurado que también le serviría para poner celosa a la chica que le gustaba.
Fue Rocco quien dio el primer paso y rodeó mi cintura con su brazo, acercando mi cuerpo al suyo. Pablo alejó su mirada de mí para posarla de mala gana en mi amigo, ahora con una notable molestia por nuestro tan próximo contacto.
—Estamos muy bien. ¡Qué amable de tu parte preguntar por nosotros!
—Mira qué bien. Escúchame una cosa... —dijo el rubio, mientras se rascaba la barbilla pensativo y se acercaba un poco más a Rocco— Ya sé que lo de tu aspecto no tiene solución, pero... ¿No crees que podrías haberte cambiado acorde a una situación así? Siempre con esas pintas que dan grima...
—¿Qué le pasa a mi ropa? —se preguntó, observándose con curiosidad.
A Rocco le gustaba vestir con un estilo roquero, para nada similar con el del resto de alumnado, y estaba claro que eso llamaba la atención. Pero a mí, su forma de vestir me gustaba mucho y pensaba que le daba mucha personalidad. Era su sello de identidad. Pablo, en cambio, esa noche vestía con unos tejanos azul claro y una camiseta de manga corta blanca recién planchada. Era algo básico, pero le quedaba muy bien. Me jodía admitirlo, pero se pusiera lo que se pusiera, le quedaría fenomenal. Además, llevaba un cinturón negro que le daba el toque a la vestimenta.
Pablo soltó una breve risita burlona antes de volver a la carga:
—El problema es que no solamente es la ropa. Todo en general... —echó una rápida mirada de arriba a abajo al chico— es un desastre.
Rocco, para nada molesto, le respondió con toda la calma del mundo:
—Puede que tengas razón —asumió, mirándolo fijamente y con cierta burla—, pero... ¿Para qué necesito ir bien vestido si me ponga lo que me ponga Laia me va a opacar? —Sin poder evitarlo, ante ese gratuito cumplido, me sonrojé levemente. Pablo alzó las cejas, sorprendido, y Rocco sonrió con orgullo— ¿Sabes? Tengo mucha suerte de tenerla en mi vida. Qué lástima que otros no supieran valorarla.
Pablo no aguantó más y se acercó a Rocco para agarrarlo del cuello de su camiseta. Estaba bastante molesto. Sin embargo, antes de que eso pudiese terminar mal y que todo el mundo se enterase de esa discusión, separé a Pablo de mi amigo para no formar un escándalo.
—Déjalo, Pablo —ordené, poniéndome enfrente de Rocco, quien sonrió victorioso para provocar aún más al rubio.
Al ver que me posicionaba en su contra, me miró por última vez antes de retirarse y me dijo: