Capítulo 7

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No me apasionaba demasiado Don Quijote, aunque yo también veía a veces gigantes donde no los había. Carmen parecía emocionada por dar esa clase, y, en cierto modo, la entendía. Nuestra pasión por la lectura no estaba demasiado alejada, lo único que ella disfrutaba con auténticos clásicos y yo con libros que aún les faltaba años para serlo. Aunque dudaba de que le desagradara Stephen King, por ejemplo. ¿A quién con cierto buen gusto por la lectura le podía no gustar?

—Ahora que todos hemos leído el inicio del libro, podemos empezar con la discusión.

Guido y los chicos empezaron a crear estruendo, haciendo comentarios desagradables sobre la profesora. Ella, obviamente, saltó en seguida, pero no pudo decir mucho más porque entró Echamendi, seguido de otro hombre, en el aula.

—Permiso, profesora. —Todos hicimos silencio—. Señor Font, le presento a la profesora Carmen.

Ambos se dieron la mano, ella más feliz que él.

—Mucho gusto.

—Alumnos —Echamendi se dirigió a nosotros, serio—, me complace presentarles al señor Casildo Font, el nuevo director del colegio. —La sala se inundó de un silencio incómodo—. Un hombre que cumple con los requisitos necesarios para tomar las riendas del Élite Way School.

El superior siguió alardeando de los estudios del hombre, pues se veía que estaba realmente preparado. Pero me daba igual, no era Dunoff. Además, no sabía por qué, pero me daba muy mala espina. Se me pusieron los pelos de punta al darme cuenta de que me estaba mirando. Echamendi, al terminar, se despidió de él y de Carmen y se retiró. La profesora parecía encantada con el nuevo director, al contrario que nosotros.

—Señores —empezó el del bigote—, es un honor para mí hacerme cargo de la dirección de este establecimiento. Espero que lleguemos a un rápido entendimiento. Sin embargo, tengo cierta información de que en este curso hay varios problemas de conducta. Así que les advierto: voy a hacer todo lo imposible para erradicar de cuajo ese cáncer que pone en peligro la salud de la escuela.

Seguidamente, premió a Carmen por su norma de "las chicas tienen que ir con el pelo recogido", cosa que, obviamente, me parecía una completa desfachatez. El casi calvo —así lo iba a llamar, pues me caía de culo— avanzó por toda la clase hablando de nuestro físico, según él, "nuestro espejo del alma". Se paró enfrente de Rocco, le observó con descaro y, al cabo de unos segundos, le obligó a avanzar hacia el frente.

—¿Cómo se llama usted?

—Rocco.

—Desde hoy nos vamos a llamar por el apellido.

—Fuentes Echagüe.

—Mmm... —Hizo una pausa corta— No sabía que entre los Fuentes Echagüe también había hippies.

Inolvidable || Rebelde WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora