—¡Buenos días!
Aún estábamos durmiendo cuando Marizza empezó a saltar de un lado de la habitación gritando como una loca.
—¡Ay Marizza! No grites... —me quejé mientras envolvía mi cabeza con la almohada intentando cubrir mis orejas para hacer más leves sus gritos.
—¡Venga, despertaos, que hoy hay fiesta!
—Ay, nena, déjanos dormir un rato más... —se quejó Luján.
—¡No! Tenemos que ir a desayunar ya o vamos a llegar tarde a clase.
—Pero Marizza, aún tenemos bastante tiempo para desayunar, podemos dormir un poco más... —Luna también aportó su queja.
Me di media vuelta todavía recostada en mi cama, pero ahora con los ojos abiertos, no había quién pudiera volver a dormirse después de esa manera de despertarnos. Giré mi cabeza en dirección de mi mesita de noche para comprobar qué hora era, y efectivamente, aún quedaba hora y media para entrar en las clases. Con media hora tenía de sobras para vestirme y desayunar, no pensaba despertarme tan temprano.
—No, vamos a ir a desayunar ahora. ¡Con lo lento que coméis Laia y tú seguro que llegamos tarde si no os despertáis ahora!
—Venga, vamos...
Luján y Luna prefirieron hacer caso a Marizza y no llevarle la contraria, probablemente era lo mejor que podían hacer por su salud. Yo, sin embargo, no me moví. Tal vez con ellas dos ya tenía suficiente y a mí me dejaba seguir durmiendo plácidamente. Pero, claro, no fue así. Marizza se acercó a mí y, con un movimiento brusco, me agarró de los tobillos y me arrastró hasta el borde de la cama con intención de tirarme de ella. No lo consiguió; antes de que me pudiera caer me levanté de un salto tan rápido que incluso me mareé.
—¿Qué te pasa? ¿Estás loca? —exclamé furiosa— ¡Podría haberme hecho mucho daño si me llego a caer!
—Pero no te lo has hecho, que es lo importante. Aparte, no seas dramática, apenas levanta medio metro del suelo tu cama, no podrías hacerte daño ni aunque quisieras.
—Eres de lo que no hay —bufé molesta.
—Gracias. —Oh, eso para nada había sido un cumplido, se lo aseguro—. Ahora vístete de una vez que iremos a desayunar.
Esta vez si le hice caso. No tardé demasiado en vestirme, tampoco me esforzaba demasiado en verme bien, me daba igual. Estando ya todas listas, bajamos de una vez por todas y nos dirigimos a la cafetería para desayunar. Allí había varios estudiantes sentados, cosa que me sorprendió porque era bastante temprano. Entre ellos, estaban Mía, Vico y Feli; al vernos ni se movieron, pero Marizza y Luján no pudieron resistirse a ponerles caras raras. En fin.
Sandra nos atendió en un segundo y nos trajo lo que habíamos pedido. Estuvimos charlando un poco, pero el tema principal fue la felicidad de Marizza. Se ve que su madre había conseguido hacernos sitio en un boliche llamado "el infierno", todo lo habían organizado Marizza, Luján y Marcos para conseguir útiles escolares para Manuel. Aún no tenía del todo claro como lo iban a conseguir montando una fiesta, tal vez el dinero que ganarían con las entradas lo invertirían en ello, no lo sé.
Tardó un poco en que la campana sonara y pudiéramos ir a clase. Si hubiera sabido que el tiempo de espera sería tan largo, le hubiera dado una patada a Marizza y me habría quedado durmiendo.
Ya en el aula, Marizza aprovechó unos minutos que teníamos libres mientras que el profesor no llegaba para hacer un comunicado.
—¡Chicos, escuchad! —gritó con fuerza, haciendo que todos los presentes hicieran silencio y le prestaran atención—. Bueno, no sé si os habéis enterado de la fiesta de hoy a la noche en el infierno.
Unos cuantos murmullos invadieron el aula.
—¿Cómo se consiguen las entradas? —preguntó Diego.
—Eso es lo que les quería contar. No hay entradas; se entra donando un útil o algún libro, es una onda filantrópica.
Todos se alegraron, incluso me pareció ver a Mía sonreír con el plan de Marizza. Que se pusiera de su parte ya era un logro.
—El único problema, es que hoy justamente a la noche, se reúne la comisión directiva del colegio, así que va a ser muy difícil escaparnos. Salvo que por primera vez en la historia de este curso, nos unamos y planeemos algo juntos.
Nuevamente murmullos.
Había unos cuantos que parecían convencidos de seguir con la idea, en cambio, otros expresaban su disgusto con el plan y no estaban dispuestos a hacer nada conjuntamente.
—¿Pero, cómo hacemos para escaparnos?
—Lo primero, comprometámonos todos a que vamos a hacer algo juntos.
Las dudas aparecieron en el rostro de la mayoría, no estaban seguros de si arriesgarse o no.
—¡Escuchad! —Pablo llamó la atención— Yo escuché hablar de ese boliche y me dijeron que está muy bueno. Creo que es una gran oportunidad para ir y pasarla bien ¿o no? —No sabía qué era lo que estaba haciendo. Me daba mala espina que se pusiera de nuestro lado, él parecía ser el primero que ni muerto se juntaba con nadie para hacer ningún plan. Pero tal vez lo juzgué mal, tal vez en el fondo era bueno.— Además, como dice Marizza, nos podríamos unir por primera vez. Bueno, no sé, yo voto porque vayamos.
Después de que Pablo dijera eso, todos los que anteriormente habían dicho que no apoyaban a Marizza, empezaron a cambiar su voto por el de sí. Así que, todos estaban de acuerdo en unirse y planear un plan de fuga.
—¡Perfecto! Laia, por favor, explícales el plan que pensamos para poder escaparnos.
—De acuerdo, lo primero que vamos a hacer es una llamada al despacho del director...
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Inolvidable || Rebelde Way
Fanfiction(CORRIGIENDO) A Laia Martín y a su familia les sale la oportunidad de mudarse a Argentina por cuestiones laborales, la cual aceptan sin pensárselo mucho. Allí asistirá a un colegio pupilo lleno de gente adinerada y muy caprichosa; al principio no l...