Capítulo 17

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Hacía veinte minutos que leía la misma página del libro, la 128. Tener a los chicos jugando al billar delante de mí no me dejaba concentrar. Bueno, a los chicos... Más bien a Pablo. Aunque trataba de reunir todas las fuerzas para dejar de mirarle, me era imposible.  Desde que lo habíamos dejado, tenía claro que era un asco de persona, pero... Seguía pareciéndome atractivo. Sabía que era estúpida por pensar eso, pero mis hormonas decían todo lo contrario a mi cerebro. ¡Era muy frustrante! 

Sólo dejé de mirarle a él cuando vi que a Tomás lo estaban dejando de lado. Y no solo eso, sino que también le decían cosas desagradables y se mofaban de él. ¿Por qué le hacían eso a su amigo? No los entendía. Y cuando vi la cara de tristeza e incomodidad de Tomás, se me cayó el mundo al suelo. Me daba muchísima impotencia. 

—¡Eh, tú! —Salí de mi viaje mental cuando Sol se dirigió a mí de forma desagradable. Estaba de pie, delante de mí, con una cara de enfado máximo y con los brazos en forma de jarra sobre su cintura—. ¿Qué miras tanto?

—Yo...

Me había pillado desprevenida y no se me ocurría nada que decirle. Había tardado bastante en dirigirme la palabra, hacía días que, por suerte, no me cruzaba con su horrorosa cara. Suponía que ya había quedado bastante contenta con exponer los gigantes cuernos que tenía yo delante de toda la clase. 

—Estabas mirando a mi novio, ¿verdad? No aprendes, eh. —Se giró a ver a su nueva amiga, Feli, con una sonrisa burlona—. Mira que pensaba que no podía hacer más el ridículo, pero aquí está...

—¿Quieres dejarme en paz de una vez? 

Mi tono de voz fue más alto del que pretendía. Incluso varios estudiantes se giraron a cotillear, entre ellos, Pablo y Tomás. 

—Pues deja tú en paz a mi novio. El otro día os vi hablando...

—Discutiendo, querrás decir. Es lo único que hago con él. 

—Claro, y lo único que harás. Bueno, no... Ni eso. Te prohíbo que le dirijas la palabra, ¿queda claro?

—¡Ja! —sonreí, incrédula— ¿Me vas a prohibir algo, tú? 

—Pues sí. Es justo lo que estoy haciendo. Y te advierto que si no dejas en paz a mi novio...

—¿Qué harás? A ver. 

—Te destrozaré la vida.

Yo sonreí, mofándome de ella. Esa chica era patética.

—Ya lo estás haciendo con tu presencia. 

—Oh, no. Te aseguro que esto no es nada... Avisada quedas. 

Sol y Feli se largaron de allí, dejándome con la palabra en la boca. ¡Las odiaba tanto...! Literalmente vivía para amargarme, y desgraciadamente lo conseguía. Me puso de tan mal humor que cuando vi que Lola entraba en la habitación, me acerqué a ella para decirle cuatro cosas.

Inolvidable || Rebelde WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora