Capítulo 64

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Joel y Mathius estaban locos de preocupación por Lestia.

No se esperaban que la emperatriz invitara a Lestia, quien ni siquiera había hecho su debut en el mundo social, al palacio de esta manera.

Lo único bueno fue había enviado una invitación oficial. Era terriblemente descortés, pero contenía una promesa implícita de enviarla de regreso a salvo.

Sin embargo, pese a las altas horas de la noche, Lestia no había regresado a la mansión Berchester. Así que los gemelos se dirigieron directamente al palacio, pero no se les permitió la entrada.

—Es demasiado tarde para ver a su majestad. Ni siquiera el duque de Berchester puede entrar así en el palacio. Qué groseros.

Los caballeros del palacio imperial les bloquearon el paso sin dudarlo.

—Admito que es grosero—Joel logró aferrarse al hilo de la razón y respondió amablemente—, pero Lestia Berchester, que fue invitada por su majestad el día de hoy, aún no ha regresado a casa. Estoy preocupado por mi hermana, así que, por favor, compruébalo.

Pero...

—La dama Berchester se fue a casa hace mucho tiempo.

La única respuesta que escucharon fue esa.

—¿Podría volver a comprobarlo, por favor?

Sin embargo, la respuesta era la misma sin importar cuántas veces lo pidiera.

—¡Mierda! ¡Es la misma respuesta siempre! —Mathius apretó los dientes. Hace un año, cuando secuestraron a Lestia, algo se vino a la mente naturalmente.

El carruaje tenía el sello real.

Quería comprobar el interior, pero no podía hacerlo porque era de la familia imperial. Incluso ahora, no era muy diferente de aquel entonces.

No, la situación era peor.

En aquel entonces, pudieron encontrar a Lestia gracias a que fue capaz de llamarlos con su voz. Sin embargo, en este espacioso palacio, ella no podía ser escuchada, aunque gritara con fuerza.

Pensando así, se sintió asfixiado.

Joel y Mathius miraron las altas y duras murallas del palacio con un espíritu feroz.

—Entonces, tendremos que volver.

Los Caballeros imperiales se sintieron aliviados y emitieron palabras a los gemelos sobre que cualquier otro dialogo no tenía sentido.

Sin embargo, los dos no tenían ninguna intención de volver a casa.

Joel miró las murallas del palacio imperial y se le ocurrió algo.

—Mathius, el palacio es amplio. ¿verdad? si te escondes, nadie te verá, aunque te busquen.

Mathius se sorprendió un poco al notar las intenciones de Joel. Él nunca pensó que su hermano, que siempre era educado y recto, se le ocurriera algo así.

Sin embargo, le gustó la intención de Joel.

—Sí, Joel. Y ese muro es de piedra.

En poco tiempo, los dos intercambiaron miradas. Y con decisión se paró frente a uno de los muros que contaba con poca seguridad.

—Mathius, recuerda hacerlo con calma.

—Eso ya lo sé—Mathius puso la mano frente de la pared y de pronto, los ladrillos comenzaron a torcerse muy lenta y silenciosamente.

Poco después, con un sonido crepitante, el grueso muro que nadie parecía poder penetrar se derritió como el barro, creando un pasaje para que la gente pasara.

La chica peliblanca que lee libros y tiene hermanos chidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora