Side Story Capítulo 5

635 91 4
                                    

"Testamento de Kaland" (5)

—¿Esa es mi hija?

Kaland recibió a una inesperada invitada que lo había visitado con su hija en brazos.

La dueña del salón cortizanne se sintió abrumada por el espíritu del duque.

—...Sí, así es.

Era contrario al momento en el que había llegado a Kaland, totalmente confiada con Lestia en sus brazos. Sin embargo, estaba en una posición en la que tenía que recuperar el dinero que había invertido.

La dueña del salón tuvo que poner empeño en sus palabras para poder conseguir lo que quería.

—Duque Berchester, ¿recuerda a la cortizanne de cabello blanco con la cual pasó la noche? Esta es la niña que aquella cortizanne dio a luz.

Cabello blanco.

Kaland tuvo que tratar de recordar a Anna.

Sí, un día agotador, la mujer que conoció en el salón cortizanne...de la cual sintió una extraña magia. La mujer que abrazó impulsivamente.

—Esa mujer.

Cuando Kaland recordó a Anna, la dueña del salón respiró aliviada.

—Sí, lo siento. Era el primer día de trabajo para aquella cortizanne, por lo que nuestra gestión fue imprudente.

—Sí, pero ¿por qué no me avisaste antes que daría a luz?

Debía tener tiempo suficiente para arreglar todo. Así que mientras le llovían las críticas, la dueña del salón puso los ojos en blanco.

También había sido la voluntad de Anna el no informar a Kaland de su embarazo. Además, la dueña del salón cortizanne pensó que, si Kaland borraba a la fuerza al niño, no podría pedir dinero por la criatura.

¿Acaso los productos no tienen valor sólo cuando están intactos?

Entonces, como una comerciante, habló ocultando la verdad.

—La situación no era la adecuada.

—Jaja, supongo que no quiso.

Crush~

Kaland rompió ligeramente el reposabrazos de la silla en la que estaba sentado.

La dueña del salón estaba muy nerviosa por tremendo poder.

—Estoy cansado. —Kaland estaba ahora con los nervios a flor de piel.

Durante los últimos años, tuvo que ir de un lado a otro como un perro porque tenía que hacer lo que el emperador le ordenaba.

Necesitaba un lugar para aliviar el estrés, así que no creyó que el entretenimiento que había elegido fuese a provocar este resultado.

Estaba preocupado por Armelda, su esposa, que había informado de repente de que estaba tumbada en una cama con una salud débil.

[—Una vez casados, mantendremos los deberes de pareja al mínimo. No pediré más que eso.]

—De acuerdo, para una persona fría como tú supongo que le viene bien una persona como yo. Así no saldré lastimada.]

Fue lo que ambos acordaron.

Pero durante el nacimiento de Gerard, Joel y Mathius, Armelda acabó enamorándose de Kaland.

Kaland lo sabía. Sin embargo, no podía darle a Armelda lo que quería.

Era un hombre que había nacido así. Con una absoluta nula cantidad de afecto para poder dársela a los demás.

La chica peliblanca que lee libros y tiene hermanos chidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora