Capítulo 75

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—Oh. Hubiera sido bueno haber despertado un poco antes. ¿Por qué no puedo planificar un poco mi vida? —la expresión de Angela era oscura.

El tono de sus iris color rosa brillante, situado en sus facciones cóncavas, se habían vuelto aún más oscuros en los últimos cuatro años.

—Angela, es demasiado pronto para rendirse. Busquemos un poco más. Hay muchas tiendas en las que no hemos estado.

Aunque Lestia consoló a Angela, la expresión de ésta no era muy brillante. Entonces, alguien en la calle reconoció a Lestia y gritó.

—¡Dios mío! ¿No es usted la princesa de Berchester?

Era una mujer que llevaba unas grandes gafas negras con montura de cuerno que le cubrían la mitad de la cara. Y consigo, traía un montón de paquetes sospechosos en los brazos.

Los caballeros escoltas, que custodiaban a Lestia como sombras, salieron le y apuntaron sus espadas al unísono.

—¿Quién eres tú?

—¡Ahhhh! —la mujer se asustó y cayó sobre su trasero. Entonces el viento alzó los paquetes que tenía en los brazos, y las cintas de colores junto con trozos de tela, salieron del paquete desparramándose por el camino.

—Lo, lo siento. Soy Lisa... y sólo soy una aprendiz de diseñadora que pasaba por aquí—la voz de la mujer que reveló su nombre temblaba.

Sin embargo, los caballeros continuaron apuntando a la mandíbula de Lisa con el filo de sus espadas, pero no retrocedieron.

Lestia nunca había socializado mucho en el exterior. Además, era su primer regreso a la capital en cuatro años.

El atuendo que llevaba ahora también era modesto, lo que dificultaba la identificación de su parentesco con el duque. No podía haber nadie en la capital que pudiera reconocer a esa Lestia de un vistazo.

Solo parecía una plebeya.

—¿Cómo puede una aprendiz de diseñador conocer a la princesa?

—¡Oh! Soy alguien que creció bajo el patrocinio del duque de Berchester.

—¿Patrocinio?

—¡Sí, sí! El duque de Berchester patrocina a los huérfanos. Ahora estoy fuera del orfanato y trabajo en una la tienda de la capital.

—Pero ¿cómo conoces su cara? Es dudosa.

Lisa comenzó a defenderse con una voz entrecortada mientras arreglaba sus grandes gafas.

—Eh, un día. Un día, duque de Berchester colgó el retrato de la princesa y todo el mundo fue a verlo. Yo también estuve allí.

—Ah.

Solo entonces los caballeros guardaron sus espadas.

Fue porque recordaron que hace mucho tiempo, uno de los retratos de Lestia había sido colgado en la puerta durante varios días bajo las instrucciones de Mathius.

Por supuesto, no pudo mantenerlo durante mucho tiempo porque Lestia le había pidió que lo bajara enseguida.

—Oh, Dios mío, era porque la vio en la mansión.

Al escuchar la conversación, Lestia dio un pequeño suspiro. Entonces estiró la mano hacia Lisa, que aún estaba sentada en el suelo.

—Lo siento. ¿Puedes entender que mis caballeros son fieles a su tarea de escoltarme?

Sin embargo, Lisa miró a Lestia, recolocando sus grandes gafas como si no le importara en absoluto.

—No tiene que preocuparse por mí. También fue mi culpa por ser demasiado presuntuosa. Me alegré tanto de verla...ya que usted me ayudó a soñar con ser diseñadora, así que me sentí cercana a usted.

La chica peliblanca que lee libros y tiene hermanos chidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora