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*Narra Bia*

─ niña, buenos días.

─ buenos días nana -me senté en la cama. Dejó la bandeja con mi desayuno encima de la mesa y se acercó a la ventana. Abrió las cortinas dejándome ver el precioso día que empezaba a hacer.-

─ desayune y arréglese antes de que se le haga tarda para ir a la universidad.

─ sí.

Después de desayunar, me duché y me arreglé.
Cogí todo para la universidad y bajé.

Fuí directa a la oficina de papá.

Toqué y luego entré.

─ buenos días princesa.

─ buenos días papá -me acerqué. Se puso de pié y besó mi frente.- ¿sabes qué pasa en una semana?

─ cumples veintiún años.

─ exacto, ¿y eso qué significa? -pregunté sonriendo. Se sentó.-

─ no sé, ¿qué significa?

─ papá, me dijiste que cuando cumpliera veintiún años, me llevarías a la empresa familiar.

─ Bia, no...-suspiró.- ¿no crees que es pronto?

─ ¿pronto? ¿pronto para qué? tú me lo prometiste, llevo años esperando este momento. Nunca me has dejado ir ni siquiera de visita.

─ no entenderías nada de la empresa.

─ ¿por qué eres así? sabes que soy muy lista. A parte, me lo prometiste.

─ Albern -dijo mamá. Me giré a ver.- ¡oh! buenos días cariño -se acercó y me abrazó.-

─ buenos días mamá.

─ me gustaría hacerte algunas preguntas para poder planificar tu cumpleaños.

─ mamá, te dije que no quiero celebrarlo. Todas las de la universidad, que dicen ser mis amigas, sólo se me acercan porque somos ricos. A esa fiesta sólo podría venir Caleb. Así que olvídalo.

─ pero -la interrumpí.-

─ no voy a estar en una fiesta llena de gente falsa. Cómo se te ocurra hacer una fiesta, no apareceré ese día.

Nos quedamos mirando en silencio.

─ de acuerdo -dijo al fin.- entonces encargaré una tarta para que lo celebres con nosotros dos y Caleb.

─ bien. Ahora, convence a tu marido para que me lleve a la empresa cuando cumpla los veintiún años.

─ hija, yo no creo que sea conveniente -acomó unos mechones de mi pelo.-

─ ¿tú también mamá? ¿estás de acuerdo con esto?

─ hija, tú no estás hecha para trabajar, nosotras estamos hechas para ir de compras y esas cosas, deja el tema de la empresa en manos de tu padre.

Fruncí el ceño.

─ ¿perdona? ¿de qué me estás hablando?

─ cielo, no lo tomes así, es que -la interrumpí.-

─ mamá, no me creo que eso haya salido de ti.

─ Bia -volví a interrumpirla.-

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora