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*Narra Bia*

Cuándo desperté entré a la ducha. Me dí una ducha larga y salí.
Él estaba tumbado en la cama mirando el móvil.
Lo dejó en la mesa de noche y entró al baño.
Abrí mi maleta y elegí un short y una camiseta blanca un poco corta.
Dejé mi pelo suelto, me puse un poco de maquillaje y fuí hacia la puerta de la habitación.
Evan ya había salido del baño, se estaba vistiendo.

─ nena, luego si me necesitas, estaré en la oficina de mi hermano.

Hice cómo si no lo escuché y salí.
Caminé por la casa hasta que encontré el salón. Esme y Mirella estaban sentadas hablando.
Mi mirada y la de Mirella se cruzaron.

─ ¡oh Bia! no te había visto, perdona. Ven, siéntate a hablar con nosotras.

Me acerqué y me senté en un sofá azul oscuro.

─ tienen una casa preciosa.

─ gracias -me dijo sonriendo.-

─ Evan no me comentó que tienen piscina, así que no he traído bañador.

─ por eso no te preocupes, yo tengo un montón y sin estrenar. Luego te los enseño para que elijas los que quieras.

─ no quiero molestarte Mirella -dije avergonzada.-

─ para nada, no me molesta, al contrario, me siento feliz de que ustedes estén aquí. Y ahora cuéntame, ¿cómo es que hiciste para que Evan dejara de ser mujeriego? -sonreí y me acomodé en el sofá apoyando la espalda en el pequeño brazo de este.-

── ha sido complicado, no te voy a mentir, porque al principio no nos gustábamos, así que él seguía viendo a mujeres

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─ ha sido complicado, no te voy a mentir, porque al principio no nos gustábamos, así que él seguía viendo a mujeres. Pero ya, cuándo empezamos a gustarnos, le dejé las cosas claras. Ellas o yo. Le dije que no dormiriamos en la misma cama y que no nos acostaríamos sí seguía así. Me prometió que no vería a más mujeres y por el momento me ha cumplido.

─ me alegro mucho por ustedes, hacen bonita pareja.

Le dí las gracias sonriendo.
Estuvimos hablando un rato más hasta que llegó la hora de la comida, a Mirella le gusta cocinar, así que nos invitó a la cocina con ella.

─ ahora voy -dije.-

Cuándo ellas se alejaron, me puse a buscar la oficina de Alexander.
Caminé por todos los pasillos hasta que los escuché hablar.
Me detuve y me pegué a la puerta.

─ te lo estoy diciendo en serio, he visto cómo mirabas a mi mujer.

─ pero es que no entiendo a lo que te refieres Evan.

─ sí que entiendes perfectamente -dijo enojado.- cuándo éramos adolescentes, y te gustaba alguna de mis novias, no me importaba porque no las amaba, incluso no dije nada cuándo te follaste a una de ellas, no te importó que fuera mi novia y te la tiraste. Y aún así no te dije nada porque no quería pelear contigo por una chica. Pero esta vez es diferente, estamos hablando de mí mujer, la mujer que yo quiero, y si esta vez intentas algo, te juro que ya no me importará nada y te mataré, aunque mamá me odie después.

─ vaya, sí que estás enamorado.

─ sí, lo estoy, y mucho. Le llegas a poner un sólo dedo encima a Bia, o decirle alguna porquería de esas que dices, y te juro que seré tu peor enemigo.

─ está bien, ya entendí. No te preocupes, ni siquiera me acercaré a tu mujer.

─ eso espero.

Toqué la puerta, cuándo Alexander dió permiso, abrí.

─ princesa, ¿todo bien?

─ sí, ¿me dejas tu móvil? quiero grabar la comida que hará Mirella.

─ por supuesto -me dijo sonriendo. Sentía la mirada de Alexander puesta en mí, lo miré unos segundos. Me sonrió y volví a mirar a Evan. Alexander se parece a Evan, sólo que tiene un poco de barba y mira a uno con morbo.- aquí tienes reina.

─ gracias amor. Con permiso.

Salí, cerré la puerta y me pegué a esta nuevamente.

─ ¿le dejaste tu móvil? ¿así, sin más?

─ no le oculto nada a Bia, ¿por qué no iba a dejárselo? no soy cómo tú, que estás engañando a Mirella con un montón de mujeres, por eso, si ella llega a pedirte el móvil, no se lo dejarías.

Hubo un silencio durante unos segundos.

─ perdona -dijo Evan.- es tu vida. Es sólo que me molesta que le hagas esto a la pobre de Mirella porque está muy enamorada de ti. Es normal que los primeros años de casados estuvieses enamorado, pero si ya no lo estás, déjala para que haga su vida con otra persona.

─ es difícil...Mirella es la única que me aguanta, podría irme mil veces y sé que las veces que decida volver, ella va a estar ahí para mí.

─ cerdo asqueroso, maldito infiel -susurré y me alejé.-

Cuándo entré en la cocina, Mirella y Esme se estaban riendo. Habían unas empleadas ayudándolas con la comida.
Me dió pena mirarla, se veía tan feliz y sin saber que ese asqueroso la engañaba con un montón de mujeres.

─ Bia, ven -me dijo ella sonriendo. Forcé una sonrisa y me acerqué.-

Me fueron enseñando, porque yo no tengo idea de cocinar, y lo iba grabando.

Al terminar, fuimos a la mesa. Evan se acercó y se sentó a mi lado sin meter las piernas debajo de la mesa, así que estaba de frente hacia mí.

─ ¿ya no estás enojada conmigo? -me susurró. Negué con la cabeza. Sonrió y tomó mi cara con ambas manos, me dió un beso pequeño y acarició mi mejilla.- lo siento -me susurró. Sonreí.-

─ está bien.

Se sentó bien y dejó la mano en mi muslo desnudo.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora